El libro más reciente de la maestra Effy Luz Vázquez López es un compendio de artículos, varios de ellos publicados años atrás en espacios impresos informativos de la entidad. Es un homenaje a la cultura escrita ya que hace de la palabra, de la observación y la literatura, el medio idóneo de su introspección reflexiva. Desde su pluma –porque la profesora Effy Luz sigue escribiendo a mano y en letra cursiva– y en la trinchera de la hoja en blanco, la autora establece varios puentes de comunicación con su pasado, pero también con acontecimientos del presente y los lectores que confluyen en el tiempo.
Es por eso que veremos algunos textos de su autoría que nos remiten a momentos cálidos de su niñez dichosa, momentos que nos describe en su estilo muy personal, y donde destacan usos y costumbres de su época; pero, también, otros que analizan la inmediatez del suceso, como podría ser la última pandemia Covid y sus efectos en la sociedad y en el individuo pensante.
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La profesora Effy Luz es precisamente un ser pensante y vigente que hace de la cultura escrita un bastión de su intelectualidad. Es allí, en su escritura, donde esboza verdaderos ensayos sobre los temas que le apasionan, como puede ser la historia, la educación y la literatura. E incluso, sigue siendo fiel al magisterio donde se desarrolló profesionalmente, y a la larga, si vemos este libro con esta perspectiva, reconoceremos a la profesora Effy Luz Vázquez enseñándonos a través de sus artículos o editoriales, como si el texto fuera una extensión del aula donde alguna vez hace muchos años formó a cientos de estudiantes, y también a profesores, que asistían a los múltiples cursos que ha impartido –y sigue impartiendo– a lo largo de esta fructífera vida profesional.
Una peculiaridad de su escritura es el uso de vocablos bilingües maya-español, o también llamados uayeismos. Alguna vez me contó que es parte de su preocupación como profesora, que los educandos conozcan que nuestra lengua es mestiza, que viene de dos lenguas igual de importantes como lo son el maya y el castellano, y que se han unido para formar este español tan nuestro que incorpora palabras en maya.
Sin embargo, entre las muchas anécdotas que día a día nos cuenta, cuando hay alguna oportunidad en la oficina, nos confiesa que desde muy niña tuvo la oportunidad de acompañar a sus padres, también profesores, a sus diversas tareas magisteriales, muchas de ellas, en el interior del estado. Don Aristeo Vázquez y doña Julia López, realizaban sus diligencias acompañados de la pequeña Effy Luz, quien siempre estuvo atenta a los modos y formas de hablar de las personas que subían a vender en el tren y por supuesto del jolgorio en la plática de los pasajeros que confluían en aquel traslado; o también, en la interacción diaria de sus padres con los alumnos, en las zonas rurales de nuestro estado. Todo lo que escuchó a lo largo de su infancia y adolescencia, se fue incorporando a su amplio léxico como profesora y creadora literaria.
Es también importante comentar, que fue en el cobijo de su hogar, es decir, bajo la tutela sus padres, que la profesora Effy Luz creció en un entorno de intelectualidad, pues su familia era afecta a la literatura, la escritura y la puesta de obras teatrales, como es el caso de don Aristeo, labor que realizó cuando fue maestro de escuela en el interior del estado; o de la poesía y las artes gráficas, como es el caso de doña Julia López, quien en algún momento de su trayectoria se encargó de pintar las banderas de las diversas escuelas de educación básica. Es por eso que casi de manera autodidacta aprendió a identificar las vocales, las palabras, hasta que un día pudo leer –casi de manera espontánea– un anuncio en el mismo periódico que leía su padre donde se anunciaba la visita de un circo a la ciudad. Sus padres quedaron impresionados de sus habilidades con el lenguaje. Pero para ella, la palabra y la literatura, era un destino inevitable.
Otros temas relevantes que se abordan en el libro, tienen que ver con el quehacer profesional de la maestra Effy Luz como docente y pedagoga. Es inevitable su análisis y reflexión sobre temas de carácter educativo, programas o modos de enseñanza. Y de la misma manera, es también a través de su escritura, que en algunos de los textos recuerda a colegas del magisterio educativo, como una manera de rendir tributo a la memoria y la amistad.
Lo cierto es que Effy Luz Vázquez López, a sus 87 años cumplidos, más de 60 de ellos, dedicados al magisterio educativo y la pedagogía, con su labor de editorialista y artículos de opinión, como los que se compendian en este libro, se ha puesto a dialogar con su cotidianidad, es decir, los libros que le apasionan, las noticias que lee en el periódico, sus amadas revistas impresas de temas diversos, pero también –y sobre todo– se ha puesto a dialogar con sus recuerdos. Es una forma de repasar lo ya vivido, de analizarlo bajo el rigor de la madurez y el estoicismo. Su baluarte es la escritura y desde ahí complementa el mundo tan complejo de pérdidas, ausencias y desencantos. Y estoy seguro que en su escritura encuentra la serenidad que por momentos la acerca a una sabiduría propia de quien ha librado mil batallas.
No me explayo más. Quien conoce a la profesora Effy Luz Vázquez López –que no son pocas personas– sabrá del ahínco y tesón que la caracteriza. Es acaso este libro, El magisterio y la vida en verso y prosa, de su autoría, un fiel retrato de su esencia como maestra, docente, literata e intelectual. Acercarse a sus páginas, a su lectura, es también acercarse a la figura de una mujer comprometida, desde la escritura y la docencia, con su presente y su futuro. Es un testimonio de vida, de trayectoria, de senderos recorridos, de luchas, preocupaciones y apasionamientos. Un invaluable legado intelectual para las generaciones que se aproximan.
Enhorabuena, Maestra Effy Luz. Por este hermoso libro que nos regala, y por los que seguramente se siguen escribiendo de su mano y están por venir.
*Texto leído durante la presentación del libro El magisterio y la vida en verso y prosa, de la autoría de Effy Luz Vázquez López, el pasado domingo 17 de marzo en la FILEY 2024.
