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Derroche de técnica y sensibilidad en la gran final del concurso internacional de piano “José Jacinto Cuevas” Yamaha

La corriente de la cultura establecida entre Yucatán y Cuba, se dio en todos los planos, la educación, el periodismo, la trova, y la música formal no fue la excepción. Desde mediados del S. XIX, la corriente migratoria cubana vino a renovar el panorama musical de Yucatán. La figura de José Jacinto Cuevas vino a poner en el universo de la música, una técnica no conocida antes en la península, y con ello estableció toda una tradición que perduró por varias generaciones, pues su hijo, Justo Cuevas Pachón continuó con ella, y llegamos hasta la nieta de éste, la gran concertista y maestra de piano Julia Santa Cruz de Oviedo Cuevas, cuyas enseñanzas pianísticas perduran hasta nuestros días. Así que, haber establecido como parte de las actividades de la Orquesta Sinfónica de Yucatán un concurso con el nombre de este célebre personaje de la música en Yucatán, es un acierto muy loable. Y este certamen se ha visto coronado con un éxito tal que, ha traspasado fronteras y hoy aglutina una verdadera pléyade de jóvenes valores del piano de múltiples nacionalidades.

La noche del viernes 3, a las ocho de la noche, el Teatro Peón Contreras se llenó hasta la gayola para atestiguar la etapa final del Concurso Internacional de Piano “José Jacinto Cuevas” Yamaha. En este certamen participaron en la etapa de calificación veinticuatro jóvenes ejecutantes de piano, con estudios profesionales de este instrumento, y provenientes de siete naciones de Nuestra América: Colombia, Ecuador, Guatemala, Brasil, Cuba, Costa Rica y desde luego México. El 26 de noviembre, en el Teatro de la Universidad Autónoma de Yucatán “Felipe Carrillo Puerto”, se llevó a cabo la maratónica etapa de la eliminatoria de la cual surgieron tres concursantes finalistas del certamen, y que ganaron la posibilidad de tocar en concierto con la Orquesta Sinfónica de Yucatán. Estos ejecutantes selectos fueron, la costarricense María Daniela Navarro Mora, el ecuatoriano Nicolás Rengel Bustamante, y la cubana Daniela Rivero Cernuda; y ejecutaron respectivamente: El Concierto para piano No. 3 de Ludwig van Beethoven, el Concierto para piano No. 1 de Félix Mendelssohn, y el Concierto para piano No. 2 de Dimitri Shostakóvich. Tres obras que son, cada una, un verdadero reto para cualquier concertista.

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Antes de dar inicio la interpretación de las obras, la Mtra. Irina Decheva, coordinadora general del evento, nos puso al corriente de las bases establecidas para la justa y las que ya habían sido calificadas en la etapa previa, así que, la calificación de la interpretación con la orquesta era una calificación más del certamen y no sería precisamente la definitoria del mismo. Recordó también que, la concepción original de este evento fue una iniciativa del querido e inolvidable Don Adolfo Patrón Lujan y que ha marchado en forma ascendente, hasta alcanzar el nivel de excelencia del que hoy goza. Seguramente el querido Fito mira muy complacido el destino que ha tomado su fértil iniciativa. Pero pasemos a reseñar la parte del concierto de los tres concursantes con nuestra orquesta.

Abre programa María Daniela Navarro con el Concierto No. 3 de Ludwig van Beethoven, obra compuesta por tres movimientos, Allegro con brío, Largo y Rondó: Allegro. La costarricense atacó la partitura con la energía y fuerza que la obra demanda. Su digitación tuvo una calidad de excelencia, y su temperamento le dio a la obra la expresión correcta que el gran Sordo de Bonn puso en la obra. En el primer movimiento, María Daniela alcanza una expresión de tal emotividad, que el respetable rompe el protocolo y le brida sonora ovación al concluir. Cosa similar sucede con los dos siguientes. María Daniela es menudita de cuerpo, pero con un alma gigante que se volcó sobre el teclado. Al finalizar la obra, el teatro entero rompe en sonora ovación acompañada por los gritos de: ¡BRAVO! y con la sala de pie en todos sus niveles.

Después del intermedio, reanudamos con el Concierto No. 1 de Félix Mendelssohn, en el que Nicolás Rengel puso alma, vida y corazón. La obra de Mendelssohn, ya de suyo, tiene una fortísima carga de emotividad que el joven ecuatoriano supo interpretar y transmitir a la sala. Consta de tres movimientos, Molto allegro con fuoco, Andante y Presto. Molto allegro e vivace. Los dos primeros movimientos los ejecuta con certera precisión y los liga de una manera sutil que no deja sentir el paso de uno a otro. En el tercero, vuelca sobre el teclado toda su emotividad, que transmite a la sala a raudales. Como era de esperarse, al terminar la obra, estalla nueva y sonora ovación con gritos de: ¡BRAVO! para premiar al intérprete.

Cierra programa el Concierto No. 2 de Dimitri Shostakovich, que es un reto técnico de tono mayor para cualquier pianista, y Daniela Rivero, con sólo veinte años a cuestas, lo remontó como un raudal sonoro. La obra consta también de tres movimientos, Allegro, Andante y Allegro. La joven cubana, transitó por las intrincadas armaduras del ruso con una técnica y una entereza de un nivel muy sobresaliente, para lo que contó con el concurso de Victoria Nuño al pícolo, pues la obra parece un concierto para piano y pícolo. Daniela fue un verdadero raudal de técnica y emotividad, y con esas cualidades enfrentó el difícil reto que esta obra demanda del intérprete. Al terminar la interpretación de Daniela, la sala estalla en una abrumadora ovación, de pie, y con sonoros gritos de: ¡BRAVO! que se prolonga largamente, en una forma muy justa, pues la interpretación ha sido tremenda y muy emotiva.

Al acceder a la sala, al público se le entregó una papeleta para votar por su interpretación favorita, así que al concluir, las edecanes del teatro las recogieron para su contabilidad. Después de una breve espera, Irina sube al escenario con los tres finalistas para anunciar los resultados. La triunfadora de la noche es Daniela Rivero, por la votación del respetable. El jurado ha calificado también las etapas previas de eliminatoria, y en esta calificación Daniela Rivero ocupa el tercer lugar general del certamen; el segundo lugar corresponde a Nicolás Rengel; y la ganadora absoluta es María Daniela Navarro, quien se hace acreedora a una cantidad abrumadora de premios que incluye varias presentaciones en concierto, la grabación de un disco, y un piano de cola aportado por la Compañía Yamaha, patrocinadora del evento. El concurso ha resultado un éxito redondo, y seguramente su próxima edición ha de superar los resultados de esta séptima. Un gran aplauso de pie para Irina Decheva por su labor de coordinación y organización, así como a Mikail Minkov, quien tuvo a su cargo la parte correspondiente a la tecnología del evento. Un reconocimiento profundo a la Orquesta Sinfónica de Yucatán, por darnos la oportunidad de contar con un certamen con este nivel de excelencia,

Salimos del Peón Contreras con el alma llena de la música de los pianos.

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