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Un gerente del Banrural y su odio al maya

Por los años sesenta nos mandaron desde la capital (como es la costumbre: los chilangos nos imponen a sus favoritos) a un Ingeniero de apellidos Kuhne Gutiérrez como director del Banrural local, cuya dirección estaba acéfala. Debieron nombrar a un yucateco pero sabían su cuento y prefirieron a uno de los suyos.

Este ingeniero llegó con la espada desenvainada y listo para cortar cabezas. Según su apelativo Kuhne, descendía de alemanes y no sabemos qué diablos hacía en la política nacional, si bien él era mexicano por parte de madre.

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Llegando, pidió la lista de colaboradores del Banco y la tachó casi toda, poniendo en su lugar a sus compinches, gente toda de la capital y cuates del furibundo herr Kuhne. Como este señor no sabía nada de Yucatán y menos del henequén, la caso empezó mal y a poco todo era un desmadre en el banco y trataba a sus trabajadores como esclavos, les gritaba sus órdenes y en poco tiempo ya tenía enemigos por todos lados.

Dicen los que trabajaban entonces en la institución que les mantenía un especial odio a los que se dedicaban al cultivo del henequén, a los henequenales pues, y hablaba pestes del ellos.

Cuando iban por su quincena a las oficinas del Banco, los hacía aguardar por horas y hasta que le daba la gana les pagaba. Pero cuando eran los jornaleros mayas quienes iban por su quincena la cosa se empeoraba:

Señor -le decía algún pagador- Ya están aquí los trabajadores para la quincena.
¿Quiénes son estos? -preguntaba.
Los jornaleros, los que cortan las pencas…
¡Ah, esos indios malnacidos! -respondía a gritos-. Págueles Ud. personalmente. Yo no los aguanto. Son sucios y apestosos y que se larguen inmediatamente.

Estuvo Kuhne algunos meses pero pronto, como se dice en broma, “le dieron flit” y tuvo que regresar a México a torturar a otra gente.

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