Bienestar Espiritual

Oración: “Que nuestra vida no dependa de la abundancia de bienes”

¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TN PIEDAD!

¡Bendito seas, Padre Santísimo en este domingo maravilloso!

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En esta atmósfera de 8 grados, ¡no nos importa ni el frío! ¡Nos importas Tú, Padre Santísimo! Nos acostamos pensando en lo que Tu Amado Hijo nos advirtió: “¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia; LA VIDA DE UNA PERSONA no depende de la abundancia de sus bienes”. (San Lucas 12:15). Es muy cierto que los que vivimos en Tu Casa somos por siempre dichosos, aun en este mundo de pruebas, de desvelos, de fatigas y de injusticias.

En muchas ocasiones, nos vemos involucrados en pleitos de hermanos por herencias, aunque muy legítimas, sin embargo, muchas veces surgen inconformidades debidas a la envidia provocada por la avaricia. ¡Exigimos que nuestros progenitores se despojen cuanto antes de sus bienes y nos los repartan ya! En muchísimos casos notamos la avaricia insaciable de algunos hermanos que con tal de ser los más favorecidos, son capaces de hacer hasta lo indecible para posesionarse de todo, sin importar que los demás hermanos reciban lo que les corresponde.

Hay hermanos que prefieren que sean los abogados los que se queden con casi todos los bienes, pero que salgan con su capricho de ver a los demás sin nada. Es justo cuando vemos que, en tantos gastos legales, quien resultó beneficiado fue el abogado. Si fuéramos sensatos, con lo poquito que se nos dio sería suficiente para multiplicarlo. ¡Los avaros tienen, pero NO DISFRUTAN! Sus ojos carnales ¡no alcanzan a ver más que lo material, porque sus ojos del espíritu están cerrados.

Padre Santísimo: si nos diéramos cuenta de que, amando la justicia y aborreciendo la maldad, somos capaces de convertir lo poco en mucho, nos ahorraríamos muchos dolores de cabeza y demostraríamos lo que somos capaces de hacer dentro del marco de la justicia, con lo poquito que recibimos.

Si nos suceden tantos desaciertos se deben a que nos olvidamos de que ¡ESTAMOS UNGIDOS Y NUESTROS CORAZONES NO PIERDEN LA ALEGRÍA, EL GOZO Y LA SABIDURÍA! “Amaste la justicia y aborreciste la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de gozo más que a tus compañeros.” (Salmo 45:7).

Por tanto, ¡dejemos que los interesados se destrocen en sus ambiciones y no perdamos el tiempo participando con ellos de su desmedido deseo de riqueza! ¡Es mejor que, no perdamos el tiempo ni nuestras energías en ello, sino que nos dediquemos a producir mucho con lo poquito que tenemos!

Teniendo en nuestros corazones Tu divina presencia, Padre Santísimo, actuamos de acuerdo a lo que nos enseña el Espíritu Santo: “Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.” (1a. Timoteo 6:10).

Ser partícipe de pleitos por herencias, es perder el tiempo sin pensar que en cualquier momento seremos llamados a cuentas en Tu Reino.

Es entonces cuando vemos la inutilidad de tanta lucha, cuando trabajando LO POQUITO, ¡LO HUBIÉRAMOS MULTIPLICADO COMO LA ESPUMA! Y HUBIÉRAMOS ESCUCHADO TUS PALABRAS DE CONSUELO: ““Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, SOBRE LO MUCHO TE PONDRÉ; ¡entra en el gozo de tu Señor!”. (San Mateo 25: 21).

Gracias, Padre Santísimo: ¡comenzamos nuestro encuentro de esta madrugada con 8 grados, subimos a 11 y volvimos a los 8, pero nuestros corazones, gozan de una temperatura divina, porque el estar contigo, nos hace sentir la temperatura más sana y agradable!

¡Bendito seas, oh, Dios de nuestros benditos padres!

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