Cultura

El Corredor Gastronómico de Mérida, un detonante de la economía de la ciudad

Aspecto del corredor en plena construcción.

Desde la noche de su inauguración, el viernes 3, el Corredor Gastronómico de Mérida, se ha disparado en una forma exponencial como un detonante económico de la ciudad, así cómo un importante generador de empleos de la más diversa clase. Este fenómeno urbano que parece extraordinario, es el resultado de un lento, pero constante, proceso de transformación. Vivo en una casa enclavada en el corazón de este nuevo fenómeno urbano. La casa ha pertenecido a mi familia por casi cien años, y he vivido en ella por casi treinta. Durante muchos años, el rumbo fue sinónimo de paz y quietud, salvo en la época en la que, los carnavales de Mérida la convertían en un infierno. ¡Bendito el cielo que se llevó los carnavales a Xmatkuil! Originalmente, era un rumbo familiar en el que, todos nos conocíamos, nos saludábamos, y hasta compartíamos las aceras con nuestros sillones para platicar. El único giro comercial era la herrería de Don Miguel Cárdenas, pues de la gran carpintería de Don Roberto Martín, sólo quedaban de recuerdo las maquinarias silenciosas y empolvadas.

Imagen del Corredor Gastronómico una mañana cualquiera.

Un buen día, en el rumbo se abrió un restaurante “Oliva”, que a nadie llamó la atención. Pasó tiempo y se abrió otro, y luego otro más. Aquello fue cómo un despertar de la calle. Poco a poco, estacionar en la cuadra fue transformándose en una hazaña casi imposible. Un buen día, la bellísima casona de Don Casiano Sauri y Doña Lily Sánchez se convirtió en la bodega de Farmacias Yza, y después ésta fue espectacularmente rescatada por obra del Arq. Henry Ponce Miranda, y se transformó en un giro comercial revolucionario llamado “Casa Dominga”, que presentó un concepto nuevo, que combinaba muchísimos conceptos de expendios de alimentos, una amplia terraza-bar, y agradable música viva, que iba variando noche a noche. Aquel fue, y no nos dimos cuenta, el detonante de lo que vendría después. A este concierto de negocios gastronómicos se unieron “Micaela, mar y leña” y “130°”, dos restaurantes de calidad de excelencia. La suerte de la calle estaba echada, se convertiría en un lugar diferente que congregaría negocios, empleos, y una afluencia de gente jamás soñada en el rumbo.

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Otra imagen diaria del Corredor Gastronómico.

A finales del año pasado, recibí la visita del Ing. David Loría Magdub, quien amablemente me puso al tanto de un proyecto que, me lo advertía, iba a trastornar mi tranquila vida diaria. Me enseñó el proyecto de lo que sería el Corredor Gastronómico de Mérida, que, obviamente, incluía en él mi casa. Caballeroso como es, David me expuso todos los pormenores del proyecto, e incluso me permitió hacer una sugerencia: Que las aceras del corredor conservaran el diseño de las aceras tradicionales de Mérida, y así se hizo, y las aceras del corredor tienen la imagen en cuadrícula de nuestras aceras tradicionales del Centro Histórico. Aquella amable visita marcó el final de mi tranquilidad por un lapso de casi un año. A partir de diciembre, los trabajos de construcción del corredor dieron inicio y con ello también se inició un verdadero calvario en mi vida diaria.

No es fácil imaginar que las máquinas empiecen a trabajar a las tres de la madrugada, con un ruido aterrador. Lo mismo barrenos hidráulicos, que un enorme trascabo con una rueda dentada, que iba cortando el pavimento para hacer mil y una zanjas, las cuales servirían para ir introduciendo los cables de todos los servicios. Poco a poco, los cables de la Comisión Federal de Electricidad, los de Telmex, los de Izzi, tendrían nuevo destino subterráneo. No es fácil imaginar a todos los vecinos transitando a saltos entre fosas, zanjas, piedras, lodo. Tuvimos que desarrollar la habilidad para entrar a la casa, haciendo equilibrios y malabares en una tabla, asentada sobre una zanja que pasaba exactamente en la puerta de tu casa. Por varios meses, nuestros coches no pudieron entrar o salir de nuestras cocheras. Para cualquier diligencia, quien te hiciera el favor de recogerte, lo tenía que hacer, muchas veces, a más de una esquina, pues no había acceso posible. No es fácil imaginar que, se puede sobrevivir respirando polvo las veinticuatro horas del día; claro está, con el tratamiento prescrito por un neumólogo. Esta real odisea del S. XXI, la viví plena e intensamente.

Bien dice el dicho: “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”; afortunadamente, el mío resistió. Y, al fin llegó el día, los trabajos de construcción del Corredor Gastronómico de Mérida concluyeron, la calle se llenó de maceteros largos llenos de plantas y flores vistosas, se llenó profusamente de blancas bancas, se llenó de macetones con árboles que, esperemos, pronto darán sombra. La calle, por las noches, luce una espléndida iluminación, pues se instalaron unos bellos arbotantes a ambos lados de la calle. Y también llegó la noche de la inauguración. Con toda justicia, creo yo, me apresté a celebrar yo también. Creo que me lo había ganado por mi aguante y resistencia.

Proliferación de servicios en el Corredor Gastronómico.

La noche del viernes 3, saqué a mi puerta, una mesa, sillas, sandwichitos, pastelitos, refrescos, hielo, invité amigos. ¿Acaso no me lo había ganado por mi aguante y resistencia? Además, unos días antes se presentó a mi casa una representante de SEDECULTA para solicitar que, de mi casa salieran a la calle unos cantantes para hacer unos números musicales, cosa a la que, desde luego, accedí. En familia y con amigos, me instalé a las puertas de mi casa a gozar de la inauguración. Tuve el privilegio de tener como huésped al Profr. Luis A. Pérez Sabido; y también a la excelente soprano Mariana Echeverría y a la dilecta Mtra. María Eugenia Guerrero, quienes iluminarían la noche con sus voces. Noche de fiesta tan esperada.

A partir de la inauguración, todos los negocios de la calle trabajan a todo vapor. Todas las noches sin falta, la calle se transforma en un río humano que circula en todos los sentidos. La romería es diaria y nutrida. Sin lugar a dudas, el Corredor Gastronómico de Mérida se ha convertido en un detonante de la economía de la ciudad de Mérida. Y yo, pues yo gozo, sacando mi sillón para ver pasar la romería.

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