También los gobernadores tienen sus cosas. Lo mismo un gesto de generosidad, sus bromas, sus aficiones particulares o su carácter efusivo o rabioso. Nosotros hemos conocido de algunos, los del siglo XX, y no todos, porque si nos ponemos a investigar “estas cosas de gobernadores yucatecos” no concluiríamos nunca.
El retrato del gobernador disgustó a su esposa
Eran los tiempos en que terminaba Ernesto Novelo Torres (1942-1946), cuando estaba por culminar su período y era de obligación hacerle un retrato que se colgaría en la Casa del Pueblo vecino de los retratos de los gobernadores anteriores. Los funcionarios movieron mar y cielo para buscar a un buen pintor que se encargaría del asunto y pronto llamaron a Armando García Franchi, desde luego, uno de los mejores artistas yucatecos dueño de un estilo bastante moderno. D. Armando vino y acordó con dichos funcionarios los detalles retratísticos.
Concluyó el pintor en corto tiempo y mostró su obra y todos quedaron satisfechos y enseguida fueron a presentarlo ante la esposa del gobernador, quien, inusitadamente, no gustó de la obra:
-¡No! ¡No le pueden hacer un retrato a Ernesto tan feo! No se parece a mi marido. Busquen otro pintor y que le haga un verdadero retrato.
Los comisionados para ese trabajo recorrieron varios sitios donde se reunían los pintores y después de darle vueltas seleccionaron al maestro Ermilo Torre Gamboa, quien acababa de regresar de Europa donde visitó los museos y viendo y aprendiendo logró dominar su arte.
Entonces doña Candita Serrano, la esposa del gobernador se sintió halagada de ver un retrato muy bien imitado y relamido de su marido y lo mandó a colgar enseguida de la pared de la Casa del Pueblo, ignorando el arte modernitas de García Franchi.