Cultura

Quinceañera (última parte)

Se contrata un local ad hoc para un baile de quince años. Todo incluido. Las sillas engalanadas y forradas de organdí. ¿Quién ideó sillas, mesas y flores?, un gay. La quinceañera escogió entre sus mejores amigas a sus damas de honor y sus respectivos chambelanes. Ellas, uniformadas con vestidos idénticos y sombreros grandes y de color azul pastel (imitación de agujetas de color de rosa). Ellos, de rigoroso flus, obviamente alquilado para hacer el numerito.

¿Quién diseñó los trajes de ellas?, un gay del rumbo. Había que hacer un espectáculo tipo comedia musical. A todos los que pertenecerían a la entrada y show de la muchachita quinceañera se les enseñó una coreografía. El día esperado de la niña llegó. El mencionado gay le hizo un peinado estrafalario, lleno de laca, dejando a la preciosa chica con su cabello casi alámbrico. Clara obra de un experto.

rel="nofollow"

Por fin, el día llegó, con mi grupo musical tuve que aprender las normas de unos quince años. Nuestro guitarrista Francisco León aprendió a puntear la marcha triunfal de Aida. La niña y su comparsa caminaron hasta el escenario. Posteriormente tuve que aprender de guitarrista a puntear un vals “sobre las olas”. Yo, que en esa época era tan radical con la pitanza, aprendí a tocar aquello que era muy fácil. La joven bailó el vals con su papá, después con su novio y con sus amigos. Después de eso comenzó la música. Terminado el primer bloque musical era infalible la subida al micrófono del padrino. Evidentemente bien pedo con su bigotito a lo Juan Diego, se echaba un discurso ponderando las virtudes de la quinceañera. A nosotros, como grupo musical, nos proporcionaron una enorme botella de licor “para que toquen mejor”. Ahí toqué por primera vez un bossa-nova de los hermanos Castro, también toqué “Pueblo mío” y según nuestro baterista, así era para ganar dinero. Nunca se me olvidará que en unos 15 años en Hunucmá tocamos puro rock, discos completos de “Beck, Bogert & Appice”.

En la coreografía de la quinceañera, como era la estrella del show, incluso el coreógrafo que organizó el baile hubo ocasiones en que la quinceañera caía al suelo y la cargaban sobre los hombros. Así era y así es. Tanto la niña como sus chambelanes pasaron la noche más feliz de sus vidas.

P.D. En nuestra Mérida, como en muchos lados de México, este gran suceso va a depender del poder adquisitivo de la familia, y ahora se que se usa que busques “padrinos” de todo, local, pastel, maquillaje, vestido… mare, pues de todo, mágica ideota de un genio que ahorrará a los padres muchas malas noches e incluso vender un riñón. FIN.

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba
error: Contenido protegido !!