Muchos yucatecos han sido y son adoradores de la comida callejera, la que se vende a las puertas de una cantina, las que la venden en un puesto ambulante (perdónese la contradicción) o caminando bajo los fuertes rayos del sol meridano.
Tienen muchos clientes estos vendedores pero no por su buena suerte sino por lo sabroso de su comida. Nosotros en nuestra mocedad acudíamos de tarde en tarde a degustar tales guisos, pero nunca fuimos aficionados de a diario. Recordamos al “Negro” Pancho y su pequeño puesto de tacos de cochinita. Eran tan ricos sus tacos que se daba el lujo de anunciarlos en la prensa. Por ejemplo, cuando se mudaba de local. Lo recuerdo en la Plaza Grande, justo enfrente de la Catedral con su carromato y sus grandes ollas encima: ahí estaba el tesoro por lo que los meridanos de los años 30, 40 y algunos más, caminaban largas distancias (desde Chuminópolis, Santa Ana, Santiago y otros barrios más lejanos) para deleitarse con aquellos tacos únicos acompañados de la también horchata única que prepara el “Negro”, que no era negro de raza sino un mestizo grueso y prieto que sabía despachar a sus clientes. Hace muchos años que desapreció de la escena plazagrandina.
Más de nuestro tiempo es el “Cangrejito”, especialista en tacos de mariscos bien servidos, que rivalizaba con los de Soberanía. Pero en justicia, cada quien su lugar. Creo que el “Cangrejito” sigue activo. La fama de sus tacos y guisos de mariscos llegó a ser tan conocida que lo contrataban en la ciudad de México para servir en banquetes de empresarios y políticos. Era un tanto zalamero y juguetón y acompañaba el servicio de sus tacos con bromas y siempre andaba sonriente.
Ahora los meridanos acuden más a los modernos restaurantes que se han multiplicado en la ciudad y los vendedores de comida callejera ya no son tantos como antes, pero todavía los hay, aunque ignoro si han de ser coronados como sus antecesores.