La primera bruja en la Nueva España: Juana Mansilla
A pesar de que a Bernal Díaz del Castillo no le gustaba escribir sobre las mujeres que participaron en la conquista de los mexicas, al igual que Hernán Cortés que no las menciona en sus Cartas de Relación y otros cronistas, llegando a tachar de sus anotaciones su presencia y acciones durante las batallas; gracias a que no las borró, se pudo recuperar para la posteridad los nombres de algunas de las “damas” (como se refiere a ellas), presentes durante la caída de Tenochtitlan en el año de 1521.
De tal suerte que hoy sabemos que, de acuerdo con Díaz, fueron aproximadamente ocho las mujeres españolas que acompañaban a Cortés: “…la vieja María Estrada que se casó con Pedro Sánchez Farfán, Francisca de Ordaz que se casó con un hidalgo, la Bermuda, que se caso con Olmos de Portillo, el de México; otra señora mujer del capitán Portillo, que murió en los bergantines; e una fulana Gómez mujer que fue de Benito de Vegel; y otra mujer algo anciana que se decía Mari Hernández, mujer que fue de Juan de Cáceres, el rico; de otras ya no me acuerdo…”
Dentro de las “otras ya no me acuerdo”, se encontraba Juana Mansilla una de las primeras en llegar a América en el año de 1508 junto con su marido Alonso Valiente, primo de Hernán Cortés y desempeñó un activo papel durante las sangrientas batallas contra los mexicas, auxiliando como “médico de campo” a los heridos.
En el año de 1524, Cortés decide organizar una magna expedición a las Hibueras, hoy Honduras, entre otras cosas por que extrañaba las acciones de conquista, pero como argumento expone que el fin era ir a buscar y castigar a al maestre de Campo Cristóbal de Olid, a quien el año anterior había enviado para conquistar esas tierras, pero lo había traicionado al pasar antes a Cuba donde se puso de acuerdo con su enemigo Diego de Velázquez, lo que Cortés no podía perdonar.
Cortés parte con un gran sequito de 250 soldados españoles, entre ellos el primo Alonso Valiente y 3000 indígenas aliados. Valiente junto a su esposa Juana Mansilla se había establecido en la ciudad de Puebla, ya que figuran como fundadores de la ciudad, nombrándose a Juana en algunos documentos históricos de la ciudad como “La gran dama del Siglo XVI”.
La expedición además de resultar muy costosa, fue un fracaso ya que, al llegar a las Hibueras, Cristóbal de Olid ya había fallecido, a manos de un primo de Cortés, Francisco de las Casas, el cual había viajado en barco y encontrado primero al perseguido. Otra de las consecuencias del abandono de Cortés de la antigua Tenochtitlan, es que dejó el gobierno de la Nueva España en manos de incompetentes que comenzaron a rivalizar por el poder. Pedro Almíndez Chirinos y Gonzalo de Salazar, después de varios meses de no tener noticias de los conquistadores, comenzaron a difundir el rumor que tanto Cortés como los demás soldados españoles habían fallecido, basados en una carta de Diego de Ordaz que aseguraba sus muertes.
Bernal Díaz nos narra los diversos actos que se prepararon por estos sucesos: “…e se puso de luto, e hizo hacer un túmulo e monumento en la iglesia mayor de México, e hizo las honras por Cortés; y luego se hizo pregonar con trompetas y atabales por gobernador y capitán general de la Nueva España, y mandó que todas las mujeres que se habían muerto sus maridos en compañía de Cortés, que hiciesen bien por sus almas y se casasen y aun lo envió a decir a Guazacualco e a otras villas…”
No todos creyeron esas noticias en especial Juana Mansilla, quien no solo se negó a casarse, sino que se dedicó a difundir que no era cierto que tanto su marido como Cortés estaban vivos, diciendo: “…que te tenía esperanza en Dios que presto vería a su marido Alonso Valiente y a Cortés y a todos los demás conquistadores viejos de vuelta para México, y que no se quería casar”.
Esto molestó mucho al factor y la acuso de hechicera, ordenando que la azotaran en las calles públicas de la ciudad de México, para humillarla. Todavía no se instalaba en la Nueva España la Inquisición, pero los españoles que llegaban a América tenían muy fresco el temor de todos los europeos hacía las llamadas brujas o hechiceras y las medidas propuestas en el Malleus maleficarum, El martillo de las Brujas para golpear a las brujas y sus herejías con poderosa maza, que surgió a finales del siglo XV para combatir a las mujeres sospechosas de usar practicas que ponían en peligro el orden.
Cuando llegaron noticias de que tanto Cortés como la mayoría de los españoles estaban de regreso a México, algunos se escondieron y se ordenó a los hombres montar en sus caballos y se colocó a Juana en la parte de atrás de uno de ellos, realizando una cabalgata en desagravio por las calles de la ciudad. Declarándose: “Esta mujer, se ha comportado como las matronas romanas de antaño, por lo que los insultos que el factor ha proferido a su persona deben ahora hacerse para exaltarla a los ojos de todos los hombres honestos”.
A pesar de reconocérsele como una mujer valiente y de carácter, Juana, fue traicionada por su marido Alonso ya que se había enamorado de una princesa descendiente de Moctezuma, María había robado su corazón y repudió a su esposa española. Obligó a un sacerdote a casarlo y quien se negaba a aceptar el maltrato a la Mancilla.
Juana no perdonó la actitud de su marido y abandonó América, regresando a España en 1528. Sus hechicerías no surtieron efecto para conservar el amor de Alonso Valiente.
Laura Elena Rosado Rosado
Lalis55@hotmail.com
Octubre 2023