¿Cómo está eso?
Bañarse o simplemente remojarse en agua sucia, en lodo, ¿hay que presumirlo?
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¡Fo! ¡Qué asco! Diría el 99% de la gente, exceptuando, claro, a aquellos que gozan del lodo.
He aquí un ejemplo:
Anastasio llama por teléfono a su cuate del alma Bachicho para saludarlo después de mucho tiempo de no hablarle.
-¿Qué tal Bachicho? ¿Vives?
-Oye, que gusto me da escucharte…
-Hacía tiempo que no nos comunicamos Anastasio…
-Juuuuuu! Lo menos un año.
-Y aún más… ¿cómo te va Bachi…?
-Pues trabajo de velador en una casa de ricos y lo disfruto mucho, sinceramente…
-Oye, me gustaría verte…
-¡Hombe! Pa’ luego es tarde. ¿Por qué no vienes ahora?
-Bueno. Me has convencido.
-Bien, te espero.
-Sólo me visto de smoking y te caigo en una hora.
-Buena idea…
Cuelga el viejo teléfono Anastasio, se viste de smoking para presumirle al amigo, compra un six-pack y acude a visitarlo.
Al llegar, un criado le indica que su jefe se está bañando pero que puede entrar a platicar con confianza.
Pero ¡qué sorpresa! Al entrar al baño descubre al cuate bañándose en una tina pero con lodo y acompañado de dos damiselas.
¡Ay Bachicho! Tu siempre él mismo: estás en tu lodo…
