¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Padre Santísimo: ¡Feliz amanecer en este domingo maravilloso!
Despertar temprano para estar contigo, Padre Bendito, tiene sus ventajas extraordinarias, porque, así como las flores reciben el rocío que las hace lozanas, brillantes, perfumadas y llenas de ese néctar delicioso, nuestro espíritu se eleva a las alturas, se une a Ti y logra hacer, de al menos unos instantes, un momento de convivio celestial y lleno de esplendor. ¡Estos momentos tan breves nos hacen estar en la misma fuente del amor omnipotente y vivificador!
Hoy traemos en nuestra mente ese momento en que Tu Hijo Amado siente que alguien al tocarlo de manera intencional le arrancó un poder saludable. Y es por ello que exclama: “¡ALGUIEN ME HA TOCADO!” ¡Solo se atreven a tocar el glorioso manto del Señor quienes tienen fe y andan en busca de algo extraordinario! ¡Solo se acercan a tocar el manto del Salvador, del Médico de almas y cuerpos, aquellos que son valientes y capaces de confesarle en público lo que en secreto les ha dado! ¡Solo palpan la salvación integral quienes con fe ferviente vienen a la escucha de la Palabra de Vida a fin de hacer que las palabras del ayer cobren vida en el instante en que más se necesita el poder sanador del Señor! ¡Solo aprovechan el tocar el manto del Redentor, quienes anhelan vivir con intensa pasión el don de la vida! Los mediocres, los conformistas, los resignados, los indolentes y los apáticos, aunque vean pasar junto a ellos al Divino Salvador, lo ignoran, dejan pasar su oportunidad, porque ya están muertos en vida y tan solo esperan el médico certifique que ya están bien muertos y que el sepulcro los reclama.
Ante Ti y ante Tu Hijo Amado, Padre Santísimo, nadie puede pasar guardando el secreto del don recibido. Cuando esto sucede, Tú Hijo Amado, siempre preguntará: ¿Quién me ha tocado? ¡Solo el alma ingrata se niega a no reconocer que todo cuanto tiene de Tus divinas manos lo ha recibido! Si salimos de Tus manos divinas; si Cristo fue quien pagó nuestro rescate; si todo cuanto nos rodea, como el cielo que contemplamos, nuestro aliento de vida y hasta el suelo que pisamos, es obra Tuya, ¿por qué no reconocer LO VALIOSO DEL DON DE LA SALUD y confesar públicamente el gran poder y la gran bondad divina?
El milagro se convierte en espectacular porque ella ya había gastado a lo largo de 12 años todo cuanto tenía y en vez de mejorar, ¡EMPEORABA! Además, por si esto fuera poco, ella al perder a diario el vital líquido, sus energías, sus fuerzas ya la habían extenuado, sin embargo, ella saca de debilidad fortaleza, del desaliento, saca fe y esperanza, tal como nos lo dice el Espíritu Santo: “Forjen espadas de sus azadones, lanzas de sus hoces; DIGA EL DÉBIL: ¡FUERTE SOY!” (Joel 3:10).
Padre Santísimo: ¡Este domingo lo disfrutaremos como nunca, porque de esta mujer enferma y debilitada en extremo aprendemos que a pesar de los diagnósticos médicos nada favorables, exclamemos con fe: ¡LO MEJOR ESTÁ POR VENIR! ¡LO MÁS MARAVILLOSO ESTÁ POR SUCEDER! ¡LA MANO DIVINA ESTÁ A PUNTO DE ACTUAR! ¡NUESTRA FE NO SE VERÁ ALTERADA NI DISMINUIDA, PORQUE ESTAMSO MÁS CERCA DE JESÚS Y ESTAMOS A PUNTO DE TOCAR EL BORDE DE SU MANTO HASTA HACER QUE DE ÉL BROTE LA SALUD QUE ANHELAMOS Y EN ÉL OBTENDREMOS!
¡No basta con estar cerca de Cristo ni de ser seres que aprietan al Señor! ¡Debemos ser seres atrevidos a correr el riesgo de ser descubiertos por el mismo Divino Maestro, quien, finalmente, cuando nos arranque la confesión, nos dará el abrazo reconfortante y saludable que nos traerá la paz que solo da el amor divino que termina fortaleciéndonos!
Padre Bendito: ¡Gracias por darnos a Tu Hijo Amado para que viniera a darnos la oportunidad de tocarlo, de oírlo, de admirarlo y de aprovechar las maravillas que su misma túnica protectora nos ofrece a los atrevidos! Amén.
P. Cosme Andrade Sánchez+