¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
¡Muy buenos días, Excelentísimo y magnánimo Padre!
Después de disfrutar esta noche de una llovizna intermitente durante más de 15 horas, aunque no arreció en ningún momento, la naturaleza viva de los azules montes y de tristes campos, después de sufrir una prolongada sequía que la dejó casi muerta, hoy nos ofrece sus mejores galas y une sus voces a las nuestras para agradecerte, Padre Santísimo, porque el vital líquido le ha devuelto la lozanía del ayer. También se eleva nuestra plegaria por todos aquellos que en la costa del pacífico central y del noroeste de nuestro país sufrieron los embates del ciclón “OTIS”, dejando una estela de grandes pérdidas de vidas de inmuebles y de árboles, especialmente en el Puerto de Acapulco. Estos meteoros nos hablan con mucha elocuencia que estos embates de la naturaleza se deben a tanto daño que hemos causado a la ecología y, ahora, la fuerza violenta de la naturaleza nos está cobrando la factura. Este ciclón ha traído mucha desolación y grandes pérdidas, pero también fue altamente benéfico al interior de nuestro país, porque después de una prolongada sequía que nos dejó sin cosechas, por lo menos, nos hace comprender que esas lloviznas nos hablan de una esperanza de vida en beneficio de los árboles, de las aves y de todos nosotros.
¡Gracias a nombre de tantos beneficiarios de esta lluvia! ¡Gracias porque nos has concedido tener un campo bien mojado y montañas que lucen con nuevo esplendor y grata presencia, que nos llenan de esperanza!
Padre Santísimo: cada vez que nos sentimos perjudicados, castigados y aturdidos por las sorpresas de la naturaleza, nuestra actitud se reviste de alegría, de paz, de bienestar y de gratitud, porque creemos firmemente, que lo que está por suceder será LO MÁXIMO. Para nosotros no hay mal que dilate cien años, porque Tú acortas el tiempo de calamidades por el amor que tienes a Tus elegidos, que somos nosotros. El futuro halagador, próspero, bendito y saludable, se transparenta aun en estos grandes peligros que afrontamos. Sabemos que estamos inmersos en el peligro, pero junto a nosotros está Tu Hijo Amado, quien hace que las tormentas, los huracanes, los peligros mortales, las sombras aterradoras y los momentos cruciales, sean presagio de todo lo excelso, lo maravilloso, lo sensacional que nos espera. Estos hijos Tuyos están sabedores de que, estando Tu Hijo Amado en nuestro interior y Tu mirada paternal atenta, ¡ninguna plaga y ninguna fuerza natural por terrible que sea nos hará daño alguno. Nuestra actitud es de absoluta confianza y de plena esperanza, porque gozamos de la presencia y del favor divino. Nosotros quienes sufrimos pacientemente estas amargas aflicciones, somos los que daremos testimonio a futuras generaciones de lo super maravilloso que es contar con Tus favores, Tus cuidados y Tus esmeradas atenciones. Padre Santísimo: ¡Cuánta fortaleza encontramos, quienes, a pesar de tantos desconciertos, aún estamos con corazones alegres!: “Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración.” (Romanos 12:12).
¡Muy reconfortados nos vamos a disfrutar de esta mañanita fría, pero con una naturaleza vivificada por el don de la lluvia!
Padre Santísimo: ¡Danos la dicha de estar tan alegres como esa naturaleza que apenas ayer estaba languideciendo y agónica! ¡Hoy queremos sentir que esa lluvia espiritual venga abundante a rejuvenecernos, a alentarnos, a energizarnos y así poder levantar un cántico de gratitud, de amor y de esperanza!
Padre Santísimo: ¡Te alabamos a Ti que, cubres de nubes los cielos, que provees lluvia para la tierra y que haces brotar la hierba en los montes! Amén.