Quintana Roo

Acapulco ante “Otis”: faltaron protocolos, infraestructura no preparada y exceso de confianza maximizaron daños, afirma especialista

Cancún, Q. Roo, 27 de octubre.- Exceso de confianza de autoridades, sector turístico y población, infraestructura hotelera no preparada estructuralmente y falta de protocolos de protección civil, fueron factores que extremaron los estragos provocados por el huracán Otis en Acapulco, Guerrero, indicó Fernando Loría, asesor en prevención ante ciclones, en destinos turísticos del Caribe Mexicano.

“Acapulco no había tenido un huracán tan fuerte desde Paulina, entonces hubo un exceso de confianza, faltaron protocolos de protección civil, los hoteles no cuentan con refugios o no estaban preparados y los edificios no cuentan con protección física”, expresó.

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En entrevista, el especialista consideró que, con la información preliminar que se tiene de lo ocurrido en Acapulco, es evidente que tampoco hubo una planificación, bajo el argumento de que no se esperaban que el meteoro escalara a velocidad récord.

Sin embargo, dijo que hubo cosas que pudieron y debieron preverse, como el aviso a la población y a los huéspedes o la protección a la infraestructura, tomando en cuenta experiencias previas de desastres por fenómenos meteorológicos.

Bajo esa premisa, relata que, apenas hace días, con motivo del huracán Norma, que el pasado 21 de octubre golpeó con categoría 2 las costas de Baja California Sur y dejó daños en Sinaloa, resurgió la necesidad de legislar sobre una norma que aplique en las zonas costeras de México ante ciclones y tormentas tropicales, conforme a la realidad de cada destino turístico, entre los que citó Mazatlán, Vallarta, Ixtapa, Nayarit, Los Cabos y el Caribe Mexicano, entre otros.

“Es prioritario contar con criterios, de acuerdo a la realidad de México, a través de una Norma Oficial, que regule los sistemas constructivos en zonas de huracanes, especialmente en destinos turísticos para prevenir y proteger, para minimizar impactos, porque no solo te va en juego la imagen del país, el impacto material y económico, los empleos de la gente y problemas sociales como los saqueos, sino la vida de las personas”, subrayó.

La propuesta fue planteada por Loría –representante de Hurricane Solutions–  al diputado federal del Partido Verde (PVEM), Juan Carrillo Soberanis, para regular el tipo de materiales constructivos, la distancia de edificaciones instaladas en zonas costeras de México y que se establezcan –obligatoriamente–refugios anticiclónicos, como medidas de protección ante huracanes.

El planteamiento quedó archivado o no avanzó. También se presentó al Servicio Meteorológico Nacional (SMN), durante un Seminario Internacional de Huracanes realizado en Mérida, Yucatán, en marzo pasado, sin que se tuviera mayor respuesta.

Fernando Loría explicó que actualmente la normativa en sistemas constructivos, aplicable en el país, se basa en la de Estados Unidos, que vive una realidad distinta.

Remarcó que la tragedia que vive Acapulco hoy, abre la puerta para su rescate integral, corrigiendo las deficiencias que formaron parte que el impacto de Otis fuese mayor, y es un recordatorio de la necesidad de crear la Norma Oficial mencionada.

Añadió que así como se realizan simulacros por temblores y terremotos, deberían considerarse los simulacros ante fenómenos ciclónicos.

Las lecciones de Wilma

Los estragos provocados por huracanes como Gilberto, en septiembre de 1988 y Wilma, en octubre del 2005, forzaron a la hotelería de Quintana Roo, especialmente a la afincada en Cancún, a establecer protocolos internos, a fin de paumentar la protección de sus huéspedes y de su infraestructura, minimizando daños, aunque existan todavía áreas de oportunidad.

Por ejemplo, al iniciar la temporada de huracanes —en junio de cada año— centros de hospedaje adheridos a las Asociaciones de Hoteles de Cancún, Puerto Morelos, Isla Mujeres y Riviera Maya –que suman más de 80 mil cuartos en más de 200 alojamientos– instalan sus comités internos de protección civil.

Existen protocolos de actuación, actualizados cada año, para accionar antes, durante y después del golpe de un ciclón, desde el aviso de una tormenta tropical, hasta su formación como huracán, independientemente de su categoría.

Estos manuales contemplan la revisión de las instalaciones, la capacitación del personal, a fin de que sepan brindar primeros auxilios y cómo actuar ante un fenómeno meteorológico.

Cada hotel debe firmar convenios con escuelas –públicas o privadas– para la habilitación de refugios en la ciudad y con transportistas, ambos, en caso de evacuar a huéspedes y empleados.

Particularmente, en el caso de Cancún, cuya zona hotelera se ubica entre el mar y el Sistema Lagunar Nichupté, los hoteles están obligados a contar con este tipo de refugios, además de habilitar los propios en sus edificaciones, mismos que deben contar con el visto bueno de la Dirección de Protección Civil. Algunos hoteles, incluso, están certificados como autorefugio hasta la categoría 3.

También se establece que las y los huéspedes deben ser notificados del surgimiento de una tormenta tropical con probabilidades de evolucionar a huracán y la escalada de éste, conforme al sistema de Alertas Azul-peligro mínimo; Verde–peligro bajo; Amarilla-moderado; Naranja-alto; Roja, máximo.

Conforme a la información que reciban oficialmente, con 72 horas de antelación al probable impacto, los hoteles deben estar listos, con los refugios montados, sus huéspedes avisados y preparados para una probable evacuación, dependiendo de la evolución del fenómeno meteorológico y bajo indicaciones de la Coordinación estatal de Protección Civil.

Tan solo en Cancún, el Protocolo Interno de la Asociación de Hoteles –que cuenta con un asesor en Seguridad y Planeación– está diseñado para movilizar a más de 40 mil huéspedes.

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