Cultura

El misterioso secreto de un músico

Hace muchos años, y parece que fue ayer, confirmábamos un excelente grupo de rock and roll en donde reinaba la fraternidad y la calidad musical, dado nuestro excelente repertorio. Tocaba con nosotros un guitarrista en el que notamos una extraña manía. Jamás permitía que le miráramos los genitales, ya sea en el baño, es bien sabido que un yucateco jamás orina solo. Cuando esto sucedía, él se hacía a un lado, ocultando sus partes íntimas, lo cual nos parecía bastante raro. Esto sucedía incluso cuando tomábamos una ducha, él siempre se ponía de espaldas. Entonces los demás sospechábamos que lo hacía por el tamaño diminuto de su miembro. Por lo que era objeto de las burlas de los demás, a lo que el aludido simplemente bajaba la cabeza con mucha vergüenza. Cierta ocasión nos contrataron para tocar en Villahermosa, Tabasco. Éxito rotundo ante miles de personas. Fue una de aquellas noches mágicas en que todo nos salió a la perfección. Como siempre abrimos con la hermosa balada “Because louie loui”, en la cual incluso Mike Manzur hasta hoy no superado como guitarrista y que no era muy dado a estas expresiones, dijo: “maare nos salió mejor que la original”, así como la salvaje “Mustang Sally” y otras premiadas con sonoras ovaciones, lo cual nos dejó llenos de alegría, ya que Manzur aún no conocía a “La Moco”, es decir, era un buen hombre, totalmente opuesto a como fue al vivir con aquella mujer que le cambió el cerebro por completo.

Llegamos al hotel, cansadísimos, y tomamos un baño, haciéndole bullying al pobre de “Pinguitas”. Ya de regreso, en son de triunfo, en un caluroso día canicular yucateco, decidimos toda la banda ir a tomar unas cervezas al desaparecido, inolvidable, añorado, amado y mítico bar “El Bufete”. En determinado momento, nuestro amigo, del que he hablado antes, se dirigió al mingitorio, mismo que también, todos recordarán, tenía cáscaras de naranja agria y un poco de aserrín, como desodorante ambiental. Entonces, simplemente para embromarlo (para los huaches, molestarlo) corrió detrás de él para dar fe de aquella pequeñez de su miembro.

rel="nofollow"

Parándose junto a él y tratando de acecharlo, nuestro amigo se viró para ocultar su genital; sin embargo, a su derecha se encontraba un borrachito, quien al mirar aquello que tanto nos intrigaba, con los ojos casi saliéndose de las órbitas, exclamó: “¡Pa’ su mecha! Chavito, ¿viniste a orinar o a darle de beber a ese animal?”.

Resulta que todas nuestras especulaciones eran completamente falsas, el tipo tenía un mastodonte entre las piernas.

Deja un comentario

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba
error: Contenido protegido !!