Cultura

Vibrante espíritu nacionalista se desbordó en la Noche Mexicana de la OSY

José Areán dirigiendo la OSY.

La noche del 14 de septiembre, la OSY ofreció a su público fiel, su Noche Mexicana, la cual resultó una noche entrañable, vibrante, emotiva. La batuta de José Areán, supo transmitir a sus atriles un profundo sentido mexicano, de esos que se extendieron a la sala, y tocaron el corazón del respetable, que respondió con ovaciones extraordinarias, sonoras, largas y muy entusiastas. Pocas veces, obra tras obra, el multicéfalo estalla en ovaciones tan entusiastas, cómo las de esta noche. Y esto fue con razón, pues nuestra orquesta, esa noche, alcanzó una sonoridad de poca ascendencia femenina, como pocas veces la hemos escuchado. Tuvimos una orquesta de calidad superior, por la madurez alcanzada en ya casi veinte años, y una sensibilidad a flor de piel, que está transmitida en las selectas obras que compusieron el extraordinario programa.

Una circunstancia que le puso una dosis extra de gozo a este programa, fue el compartir durante él, con el Mtro. Enrique Barrios, director de la Sinfónica del IPN, con quien sostuvimos sabrosa charla, y certeros comentarios sobre el programa. Fue un gran privilegio departir con él en este concierto.

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Abre el programa de la noche, una obra emblemática del sinfonismo yucateco, y de un autor que fue figura titánica del nacionalismo musical mexicano, como lo es Daniel Ayala, nacido en Abalá, Yuc., y una figura de la talla de Carlos Chávez, José Pablo Moncayo o Silvestre Revueltas. Su Poema Sinfónico “Tribu”, que por muchos años sirviera como música incidental del maravilloso Luz y Sonido de Uxmal, y que nos fuera arrebatada por la nefasta obra destructora de Michel Friedman. La obra está compuesta por tres movimientos: En la llanura – Allegro, Moderato Cantabile, conocido como La Serpiente Negra; y Allegro Moderato. La obra transita del entusiasmo brillante a la solemnidad profunda, que se acentúa en La Serpiente Negra, remata con gran alegría.

La segunda obra del programa, revistió algo muy especial para este cronista, pues Manuel Esperón, el icono del cine mexicano, fue mi compañero directo de jurado, en el Festival Peninsular de la Canción, en 1980. Esperón fue un gran orquestador, y un gran maestro de la armonía, como dejó patente en películas como “Ay Jalisco no te Rajes” o “Dos Tipos de Cuidado”. La “Suite 1910”, es un homenaje musical a la Revolución Social Mexicana, pues Esperón recoge e hilvana los temas populares más entrañables de este período histórico; paso a paso, vamos reconociendo: Adiós del Soldado, Cinco de Diana, Introducción a Tierra Blanca, la popularísima Adelita, la no menos popular Marieta, así como la Valentina, y qué decir de la Rielera, seguida de la entrañable marcha Zacatecas, la alegría del Charleston salta con Mi Querido Capitán, solemne y conmovedora suena la Marcha Dragona, que me hizo evocar el clarín de mi hermano José Enrique, y llega ¡Viva México! Con parte de nuestro glorioso Himno Nacional Mexicano, y con un sonoro y brillante Final. Obra redonda, musical y entrañablemente. ¡Qué grande es Manuel Esperón!

La última obra de la primera parte, fue una gratísima sorpresa, pues se trató de un estreno de nuestra orquesta. Juan Pablo Contreras, es un compositor actual, y muy talentoso por cierto. Su obra, “Mariachitlán”, es una obra llena de alegría, de armonías complicadas en las que, la disonancia marca las partes más elaboradas de la partitura. A lo largo de la obra, Contreras alterna partes melódicas de corte tradicional, en las que el alma de la música tradicional mexicana se deja sentir con profundidad, a las que se suman otras de una violenta armonía complicada, en las que el corte contemporáneo se pone de manifiesto de forma clara. La obra es brillante y alegre, y así concluye felizmente con el sonido de un silbato.

En 1982, en la temporada de reinauguración del Teatro Peón Contreras, se ejecutó por primera vez en Mérida los “Sones del Mariachi” de Don Blas Galindo, y esa ocasión fue memorable, pues el propio compositor estuvo presente y recibió tremenda ovación del público meridano. Ahora, esta emblemática obra fue magistralmente ejecutada por la actual orquesta con singular maestría y sonoridad. Sones del Mariachi, es una obra sinfónica, bordada sobre un tema de profunda entraña mexicana, como lo es el “Son de la Negra”, puede decirse que, es un poema sinfónico con variaciones sobre el tema popular. En la ejecución de esta obra, la batuta de Areán supo arrancar a la orquesta una sonoridad superior y brillante.

Vino en seguida el “Danzón No. 2”, de Arturo Márquez, también de lo más gustado del repertorio nacionalista. Márquez ha compuesto varios danzones, pero el más conocido es sin duda el No. 2. La obra es un derroche de ritmo cadencioso y cálido. Tiene una profunda carga sensual y armónica. En la ejecución de esta obra, timbales y tuba dieron una cátedra de la precisión del marcado y pausado ritmo de la contra danza, que da su esencia al danzón.

¿Qué podemos decir del “Huapango”, de José Pablo Moncayo, que no hayamos dicho ya? Digno y soberbio remate de este entrañable programa. La obra máxima del movimiento sinfónico nacionalista. Brillante, emotiva, sonora, verdadero emblema de la música nacional. Una obra que nos llega al fondo mismo del alma. Cuando llegamos al diálogo final y sonoro entre la trompeta y el trombón, inevitablemente las lágrimas caen sin remedio por el rostro. Inevitablemente, al terminar el Huapango, estalla un grito colectivo, seguido de tremenda ovación de pie y con gritos de ¡Bravo!

Pero aún hubo más. Tuvimos un brillante ancore. Este año 2023, la canción “Peregrina”, en febrero, cumplió un siglo de existencia, y nuestra orquesta lo festejó con gran dignidad. El Mtro. Areán, destacó la importante labor de la Sociedad “Ricardo Palmerín” y del Profr. Luis A. Pérez Sabido, de preservación e investigación de la trova yucateca, y como ancore, la OSY ejecutó Peregrina, de Ricardo Palmerín y Luis Rosado Vega, en un magistral arreglo de Pedro Carlos Herrera. Digno broche de oro de tan entrañable concierto.

Por último, debemos destacar a los solistas que brillaron en este concierto: Nuestro excelente concertino, Christopher Collins; al piano Irina Decheva, Paolo Dorio al clarinete, Juan José Pastor al corno, Miguel Galván al fagot, Rob Myers a la trompeta, el trombón de Todor Ivanov, Sacha Ovchrov y Mahonri Abán con sus oboes, Alexander Dadydov al corno inglés, Joaquín Melo y Daniel Martínez a las flautas, al arpa Iris Córdoba, que excelente picolista es Victoria Nuño.

Salimos del Palacio de la Música con el alma tricolor.

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