Y además ha cumplido hace mucho los cien años de edad.
Pero por supuesto no es león de carne y hueso, sino de dura roca. ¿Cómo está eso? Pues es rigurosamente cierto. Es un león que ha permanecido bonachón y tranquilo desde que en 1910 el gobierno inauguró nuestro Parque del Centenario, conmemorando los primeros cien años de nuestra Independencia.
Creemos que no hay niño yucateco, o no yucateco de paseo por aquí, que no se arriesgara a subir al basamento y de ahí a los lomos de este león tranquilo, que aguarda a sus pequeños visitantes en el Parque Centenario y les permite montarlo en su dura piedra, como uno de los atractivos del lugar.
Sí, porque además del felino, que fue esculpido descansando sobre su basamento, rodeado de juegos infantiles, un trenecito y ¡esos sí! Una jungla de bestias vivas y rugientes que nada tienen que ver con el apacible felino al que nadie teme.
Todos los días llegan los visitantes al parque, pero más los fines de semana. Los chiquillos que prefieren la acción se ponen a dar vueltas en el trenecito, o giran en el pequeño carrusel y desprecian la absoluta quietud del león de piedra. Otros visitantes recorren los largos andadores del lugar tomándole fotografías a las bestias vivas: leones, tigres, panteras y cocodrilos, o envidian a las aves marinas dándose un chapotón. Y quienes quieren reír, acuden a la amplia jaula de los monos para gozar con sus piruetas y sus exigencias de plátanos.
En fin, pasarse un día de diversión, aunque algunos de los leones han enflaquecido por la
Encerrona, así como los tigres. Hay que alimentarlos… En cambio, el león de piedra no necesita ningún alimento y es feliz con dejar que los niños monten sobre él.