FRAGMENTOS PARA UNA NOVELA CALEIDOSCÓPICA
PRETTY BABY
Desde el principio del tiempo, el hombre creó a sus dioses a imagen y semejanza, fue después cuando les impuso la máscara: el sueño, la posibilidad de soñarse otro y en otro.
Y el sueño pudo ser humano o zoomórfico.
Un mito no nace, se hace, se crea, se esculpe con el beneplácito de los demás seres humanos que forman la sociedad.
Así en los años cuarenta y cincuenta la provincia mexicana creó sus Glorias Marines, Graces Kellys, Elizabeths Taylors, Marthas Roths, Kims Novaks locales.
Y las designadas de los dioses se paseaban sobrevolando por sus ciudades. Intocables e inalcanzables por los hombres comunes. Estaban destinadas para hombres triunfadores: guapos, ricos, y educados.
La pregunta suspendida en el aire es ¿y así habrá sido la realidad de estas semidiosas?
A LOS TESTICULOS LES GUSTAN RUBIAS
La Celenase había visto la película brasileña Madam Satá – se la había prestado Juan Carlos-, y había enloquecido con ese agreste personaje digno de un novela de Jean Genet. Claro, La Celanese, nunca había leído a Genet, es más, no sabía quién era ese señor.
Esta es una hermosa corroboración que los pederastas pueden tener mucho dinero y viajar por todo el mundo, pero en su mayoría, son estúpidos e ignorantes, no saben educar a sus objetos del deseo y pulirlos como sienten que lo hacen, o sea convertirlos en marfiles exquisitos o sofisticadas estatuas de mármol de Carrara.
Son falsos Pigmaleones.
Pero lo más triste es que al objeto de sus deseos les hacen creer que gracias a ellos, son personas cultas y refinadas. Aunque más bien, los deforman al embutirles ideas preconcebidas y deleznables respecto de lo que es ser homosexual en un mundo que se autollama gay, con sus transgéneros y dragas, sus padrotes, chichifos y por supuesto con sus mayates homofóbicos y asesinos.
“Ese modo de andar
ese look cha cha chá
casi casi vulgar y esas cejas
(….)
Nena luna serena
todo es posible
menos tú….”
Plumas, chabacanería, lentejuelas, lugares comunes, chaquiras, prepotencia, intolerancia y una vulgaridad inaudita para todo: desde amar hasta hablar.
Pero como toda loca que se respete y precie de serlo, la Celanese podía inventar historias iguales a las que inventaba en la película Madam Satá.
Así que cada miércoles realizaba una especie de representación con la ayuda de un emérito maestro del ESAI, lo cual la hizo sentirse intelectual retro y decir que hacían perfomances como romances.
LA PERFOMACIA DE LA CELANESE
Con un fondo asiático, lleno de chicos semidesnudos con remedos de samurais y niñas con kimonos transparentes, moviéndose según el coreógrafo muy japonesas dio inicio el performance:
-En un remoto país vivía la princesa de los nenúfares. Su cruel madrastra la había confinado a la parte más alta de la Pagoda del Olvido.
Desde la ojiva, Natzú, porque así se llamaba la princesa de los nenúfares de nuestro performance, cantaba durante el amanecer, durante el crepúsculo y cuando la luna se alzaba como un globo aerostático que en su interior alberga escarcha plateada y de transparentes lentejuelas nacaradas.
(canciones)
Su canto de diosa oriental, viajó a través de los cabellos del aire hasta llegar a los oídos de un gallardo y apuesto príncipe de la lejana tierra de Marruecos, quien al escuchar las dulces ondas energéticas del canto de Natzú, montó su brioso corcel y marchó sobre el río y bajo el mar, volando praderas, estepas y desiertos, bosques y selvas dispuesto a rescatarla de las garras de su cruel madrastra para declararle su amor y hacerla suya para siempre jamás.
Loog-book Nº 678
Coleccionas boletos de camiones de segunda,
troles, aviones y tranvías…
Cuando te vuelves espléndido guardas boletos del metro.
Se que tapizas tus manos de boletos de colores comprados en las ferias y los circos que visitan tu ciudad.
Lo sé, porque me los enseñas desde ahí: desde tu parada de autobús como queriendo ir a… … …
Tal vez hacia mí o, tal vez hacia alguna parte del cosmos…
O es que tal vez decidiste regresar al mar…
Por eso tus sentimientos son como los caracoles rotos:
casa de múltiples puertas y ventanas
ciudad nueva:
¡hermosa!
donde deseo habitar
y deshojar la flor de tu sensibilidad
puedo ser, volverme: juglar, poeta, goliardo para llegar a ti ciudad nueva y desconocida.
Durante el camino debo practicar los versos, el discurso poético y ensoñante con que debo de abrir, como conjuro mágico, la puerta de tus murallas…
Se que como dice Cavafis, lo importante no es llegar a Itaca, si no el haber emprendido el viaje hacia tu isla.
Por este impulso,
por este deseo:
muchas gracias…
Támesis metió el papel con el texto escrito por Fernando y que tanto le gustaba, dentro de un bello sobre estilo art nouveau.
Y ella, la ninfa de la que se enamoró perdidamente cuando adolescente, recibió el sobre, su pulso se aceleró, lo abrió con dedos nerviosos adornados de anillos de amatistas y brillantes que lucen uñas pintadas de color rosa pálido. Presentía que era de él.
Sabía que su destino de viuda reciente iba a cambiar por el contenido del sobre.
Y cambió.
Ella y Támesis se volvieron a ver en cafés y restaurantes, fueron al cine, hasta se sentaron en un tú y yo, esas bancas caribeñas características de la plaza mayor de Mérida.
-Támesis, tengo años de no sentarme en la Plaza Grande, creo que nunca lo hice.
-Lo sé, pero ahora haremos todo lo que no hicimos, y lo que hicimos. ¿Que te parece si vamos al Parque de las Américas para ver a las serpientes que escupen agua y sentir este fresco aire de marzo?
-Me gusta la idea. Y sería perfecta si compramos en Paseo Montejo unos helados del Colón.
La vida cambió para Támesis y su ninfa.
Rehicieron sus vidas.
Támesis dejó atrás su tristeza. Y se sintió feliz de haber recuperado la etapa más feliz de su vida: su adolescencia y primera juventud en la Mérida de finales de los años 60 y principios de los 70.
Cuando le contó a Fernando, a María Elena Trejo y a Miriam Molina que habían ido a Mérida a montar una exposición de Roy Sobrino en el Museo de la Ciudad de Mérida, mientras comían en “Trooters”, irradiaba una alegría que contagió a sus amigos.
-Sabes qué, Támesis- dijo Fernando- creo que tu historia es un buen tema para la novela que quiero escribir sobre Mérida, aunque me resista, ¿por qué no escribir finales felices?
-Eso es muy bueno -sonrió Miriam Molina- está el país tan “rarito” que nos hace falta alegrarnos el espíritu.
Támesis se levantó para recibir a su ninfa que llegaba radiante, de esa manera en que las meridanas suelen ser radiantes como jardines cuando están felices y de buen humor.
¿dónde se quedó el final? ¿a dónde se fue?
CUANDO LLEGUEN LAS LLUVIAS
i
Cuando lleguen las lluvias será la hora de recolectar sueños, empaquetarlos: echarlos a volar.
Los sellaremos con timbres de todas partes.
Los escribiremos a todas partes.
Regresarán renovados en los últimos días del otoño. Traerán los ocres y el crujir de la hojarasca; se vestirán de tiempo.
Con ellos pintaremos las miradas de los nuevos, los que esperan ansiosos frente al fuego de las chimeneas.
Cuando lleguen las lluvias nos ungiremos el cuerpo para amarnos sobre la hierba aún mojada de los caminos nocturnos.
Cuando lleguen las lluvias bogaremos en los charcos y como cuando niños transformaremos nuestros zapatos en barcos ahogados.
Cuando lleguen las lluvias pintaremos nuestro lecho con el sonido de las palabras de Cavafis, Villaurrutia, Owen…
Cuando lleguen las lluvias te leeré a Sabines; nos amaremos a ritmo de Joplin:
Danzaremos en las alamedas sonoros ragtimes.
Cuando lleguen las lluvias sabrás que todos los croares de todos los parques serán nuestros.
Aleluyas monótonas que nos retornarán a los días escolares de mochila y tajador, de mesabanco y laureles, almendros trinitarios y jardines cuajados de violetas.
Cuando lleguen las lluvias danzaremos sobre los sepulcros alegrando a nuestros muertos, cantando con Oscar Chávez “fuera del mundo”.
Chance y cuando lleguen las lluvias retomaremos revitalizada la palabra sensatez.
ii
Cuando lleguen las lluvias sabremos que ha llegado el momento de empacar valijas y en ellas nuestras chucherías, nuestros recuerdos telarañosos, los discos viejos, las postales pasadas de moda, alguna fotografía de recuerdos añejos, los calcetines, la botella vacía de un perfume, la voz lejana del ser amado, las palabras huecas, los poemas tristes, el maullido de un gato atrapado en un pozo, el fulgor de una estrella, la etiqueta de un dulce, la sonrisa de algún recién nacido, el sueño adolescente que adoleció de realidad, un mal chiste dicho inoportunamente, en fin…
Para cuando lleguen las lluvias, sabremos que es imposible echarse para atrás: la magia no es reversible.
Además, desde la ventana observaremos el corazón impetuoso de los más jóvenes; cerraremos el libro que nunca hemos querido terminar de leer, para qué, el final lo supimos desde que leímos el primer renglón del prefacio, pero está tan bien escrito, es tan poético el lenguaje, que por eso lo hemos conservado durante años…tantos…intacto…
Con toda tranquilidad debemos abocarnos a nuestro destino, ya es imposible seguir jugando charadas con él.
Y nuestra soledad se ha tornado insostenible.
Conscientes de ésto, abordaremos el tren para viajar hacia la siguiente estrella.
No podemos llegar de último, porque el que lo haga, habrá de sufrir todas las consecuencias que el caso requiere y exige.
P. D.: Para cuando lleguen las lluvias, sabremos ésto y mucho más.
iii
Para cuando lleguen las lluvias, podremos reencontrar nuestro rostro en las gotas cristalinas.
Recordaremos gastados boleros repletos de lugares comunes, amorosos y quejumbrosos.
Restituiremos los sentimientos que perdimos jugando rayuela.
Para cuando lleguen las lluvias tendremos que reconstruir en el interior del esqueleto bruscos movimientos que ejecutamos andando por aquel camino que nos llevaba a la fuente perdida
en un parque demasiado pecador de íntimo.
Cuando lleguen las lluvias caminaremos sobre nuestras pieles en un último intento de volver a ser sensuales y olvidadizos como un listón de terciopelo.
Para cuando lleguen las lluvias, nos mojaremos el cuerpo
dando rienda suelta a nuestro lúdico sentimiento.
Sin embargo, para cuando lleguen las lluvias, podremos perder el recuerdo.
LOS ANGELES AGRIOS
Luis Carbonell y yo habíamos logrado amalgamar a un grupo de chavos y chavas muy ecléctico, o como dicen los simples: mix.
El número varía entre diez y quince, según la hora del día y según los amores y estudios de cada uno. Si los observamos bien, no todos somos iguales, o sea que no todas nuestras familias son “normales”, la mayoría viene de familias fracturadas como se le dice ahora al desmadre del divorcio y la infidelidad cuando son padres sanos, y cuando no, del alcohol, la violencia intrafamiliar, las drogas y los negocios chuecos. Cuando me refiero a violencia intrafamiliar no estoy hablando específicamente de golpes y madrazos. Si no de esa otra forma de agredir a un niño/adolescente de una manera más certera que apuntarle a la sien con un cuerno de chivo. Ustedes saben a que me refiero, la mayoría de los jóvenes de esta ciudad conoce el tema del que hablo.
Realmente familias normales, donde papá y mamá discuten, pero su interés esta básicamente en la educación sana de sus hijos, son muy pocas. La mayoría vive por fuera o sea hacia los demás como un programa de televisión gringo de los años 50. Y por dentro como una película de Felipe Cazals, específicamente: El Apando.
La sociedad en general ha asimilado esta forma de vivir como si fuera normal, así que los atípicos, los off siders somos los que tenemos familias que luchan unidos para seguir siendo una familia. Claro, estoy de acuerdo con ustedes, no hay familia perfecta, pero si familia feliz y respetuosa de sus miembros. Y como siempre, en esto nada tiene que ver el nivel socioeconómico de la familia. Se da en toda la pirámide social: como en botica.
Del grupo no todos habíamos estudiado en las mismas escuelas, pero parece que nuestros padres si. En esa época del temprano Jurásico, no había tanta oferta académica en Mérida.
Así que el verdadero enlace lo habíamos realizado por la amistad que unía a nuestros padres , pues desde niños nos vimos en fiestas de cumpleaños en las recién estrenadas salas de fiestas infantiles, temporada de verano en Chicxulub y restaurantes de moda. Parece que de pronto como mancha voraz la ciudad se había llenado de lugares para comer. Fernando, Támesis y el tío Renán se quejaban de que a Paseo Montejo lo hubiesen convertido en la taquería más grande del país.
Si ellos no lo dicen, los del grupo no nos hubiéramos percatado de ello. Parece ser que si desde que naces ves algo malo o feo, te acostumbras a ello pensando que es normal.
Por las características familiares, la mayoría del grupo era bastante rebelde y reventado, como una forma de pegarle a la realidad a ver si la “noqueában” para ganarle y crear otra realidad. Tengo que reconocer que la mayoría de las “truhanerías”, eran novatadas de adolescentes tardíos, como nos llamaba Fernando, cuando estaba de buen humor, porque si no, el membrete era el de: ángeles agrios.
Y sí, robar de vez en cuando, sin necesidad de hacerlo, salirse de un lugar sin pagar, moverse con cierta prepotencia sobre la inmensa laja que es la península, no eran más que boberías. Simples boberías. Muy diferentes a las verdaderas atrocidades que muchos de nuestros amigos y amigas hacían al igual que otros jóvenes de la ciudad, y que cuando nos enterábamos, en lo personal, se me enchinaba el cuero. Esas acciones si olían a chivo quemado.
Estos actos de violencia como contestación a la violencia de la sociedad del naciente siglo xxi meridano, eran más común de lo que imaginábamos. No sé si por haber estudiado catecismo antes de hacer la primera comunión, estas situaciones me asustaban. No niego que alguna vez participamos de alguna estrategia menor. Y para la mayoría de nosotros fue suficiente.
Por qué ensuciar la diversión y la perversión. ¿Entonces en dónde queda el placer?
Indudablemente Stop! in the name for love, como canturreaban nuestros padres cuando tenían catorce o quince años, en las fiestas del Club Juvenil de la Cámara Junior, podría ser más higiénico.
POSTALES DE LA EMERITA CIUDAD Nº
La banda que capitaneaba Carlos Chablé Palomo (a) El Calvo, – quién continúa prófugo- no solamente se dedicaba a robar automóviles, sino que también traficaba con drogas, según comunicó anoche la Policía Judicial al informar del curso de las investigaciones que condujeron a la captura de otros miembros de la banda.
Sucesos de la Policía, Diario de Yucatán, Segunda Sección pág. 1-B
Del 25 de policía de 1979
¿ PALABRAS SIN DESTINO ?
Aunque la veía seguido en muchas de las fiestas a las que asistía con mi adolescencia a
cuestas, me daba pena hablarle.
Y un día me decidí y acudí a su casa, bajo el brazo llevaba un bonche de “poemas”. Ella no estaba, así que me recibió su mamá, y aunque me había presentado, me interrogó mi nombre, después de decírselo me invitó a un café y me preguntó por mi abuela… Le entusiasmó que visitara a Elvita para leerle mis escritos y oír su opinión.
Al día siguiente, Elvia habló a mi casa e hicimos una cita para vernos.
Días antes de nuestro primer encuentro, una tarde de septiembre, para ser precisos, desde mi ventana veía caer la llovizna. Fue cuando la miré por primera vez con su vestidito de tirantes en mascota rosa y blanco. Me llamó la atención.
La aluciné.
Ninguna chava en sus cinco sentidos, camina plácida y lúbrica bajo la lluvia de septiembre por Paseo Montejo. Recuerdo que en el tocadiscos se dejaba oír la voz de los Hermanos Castro cantando aquello de: voy caminando mirando a las muchachas voy…
Cuando llegué esa tarde a casa de Elvia mi sorpresa fue grande al ver sentada ahí a la chica que caminaba bajo la lluvia.
Coqueta apuntó en mi libreta: Pssst!…Soy Rosa María mi teléfono es 32….
Esta chica de vestidito de tirantes también quería escribir, dibujar y sobre todo cantar jazz y bossa nova.
El primer regalo que me hizo Elvia fue su amistad insospechada como un crucigrama sicodélico. Los otros fueron: Sartre, Baudelaire y Rimbaud, y llegaron a la edad precisa que uno debe leerlos para saber si se queda en el infierno o puede aspirar al paraíso.
A partir de esa tarde, Elvia y yo comenzamos una amistad que duró tres décadas. Tres décadas salpicadas de todo tipo de incidentes y anécdotas. Demostraciones de amistad y de cariño, respeto y admiración mutua…Me presentó con sus amigos y me llevó a las reuniones bohemias en la palapa del autor de Reina de reinas, donde se leía poesía, y se cantaban canciones en la voz de sus autores: Gonzalo R. de la Gala o de Chucho Herrera…
Y aunque estas situaciones ya las había vivido desde púber en casa de doña Miriam Gamboa, éstas tenían la característica de que la integraban los jóvenes poetas y escritores de Mérida y Campeche, los que habían editado un libro de poesía con un nombre muy cursi: Arco Iris de Poetas…
A partir de esa noche comenzamos una fiesta que nunca acabó, y que podía durar literalmente meses, pues ante el asombro de amigos y amigas, nosotros podíamos hablar días enteros teniendo como fondo musical a Chavela Vargas, María Luisa Landín, Massiel, o a Gonzalo Curiel, o a Sandro a quien admiraba y la ponía coquetona…
“Cuando aparezcan los hilos de plata en tu juventud….”
Muchas veces leímos juntos nuestros textos en privado y en público, y siempre lo hicimos con entusiasmo, compromiso y amor…
Elvia tenía esa chispa de entrarle a las más descabelladas ideas. ¿Por qué no?…Y por ese ¿ por qué nó?, es que pude llevarla al mítico Pompeya, un tugurio lumpenesco al que bautizó con este nombre Juan José Gurrola, por ser eso: ¡puras ruinas y una rocokola!
Y por supuesto que la música eran canciones séntidas y pérfidas. Y claro, por supuesto, muchas guapachosas. A ese lugar caía todo el gran mundo del superlumpen proletariado, y como siempre terminamos haciendo migas con alguien. De ahí nos fuimos al callejón de Manzanares en la Merced, a una suerte de accesoria con viruta en el suelo, para no resbalarse, a beber cerveza y bailar con las ficheras de quinta, los cargadores de fruta, las vestidas y los traileros.
Lola nunca apareció esa noche.
Esa aventura siempre al recordarla nos reíamos, y al mirarnos a los ojos, sellábamos el pacto, irnos de juerga a buscar lugares poco comunes…a inaugurarlos como ella decía.
A esta niña/mujer es a la que le debo el no vivir frustrado en el presente, y ser un hombre alegre y sano, ya que con tacto me hizo ver que nunca sería poeta, pero sí cuentista y dramaturgo…Fue la primera que me felicitó aquel domingo de diciembre de 1968, cuando en el suplemento cultural Artes y Letras salió publicado mi primer cuento con una bella ilustración de Carlos Lores, que “debutaba” al igual que yo en los suplementos culturales de la ciudad.
Y a finales de septiembre de 1970, desde Florida me llegó una carta que todavía guardo, con un boleto de mi primera obra de teatro: Eugenio…
A estas alturas de la vida, en que a mi edad no debería de estar tan solo, que me siento como sobreviviente de guerra, lo único que puedo decir por ella es un fragmento de Jean Genet:
Pido a la muerte la paz, los largos sueños
el canto de los serafines, sus perfumes, sus guirnaldas,
ANGELOTES DE LANA EN TIBIAS HOLAPANDAS.
Y ESPERO NOCHES SIN LUNAS NI SOLES
SOBRE INMOVILES LAUDAS.
Primavera de 1998