Javier Milei es un político judío argentino deseoso de aplicar las ideas de un anarquismo libertario, en el que mezcla las teorías clásicas de la economía y el neoliberalismo con una visión política basada en un argumento cuyo contenido es que cada quién debe resolver su vida, pero entregándole toda la riqueza natural a los empresarios, a quienes no crítica en lo más mínimo, y sí, por el contrario, los ve como la única fuerza humana capaz de generar riqueza, aunque sabemos que la riqueza la genera, no la acumulación de capital o la inversión, la energía de la fuerza humana invertida en una labor determinada. O sea, si yo tengo oro a montones y no existe una zanahoria producida por un campesino, el oro no me sirve para masticarlo y luego deglutirlo. Por el contrario, si un labriego no tiene papel moneda o metálico, pero tiene tierra para producir su dieta corporal, no necesitará de un empresario para su subsistencia. Ya sé que en la contemporaneidad esto no es así, pero solo es una respuesta a quién necesita de quién. En muchos países, Todavía hay tribus y grupos humanos que viven únicamente de la granja, la hortaliza y el bosque que poseen.
Milei está dispuesto a desaparecer todo el mapa partidista y a todos los políticos tradicionales de la Argentina, diciendo que ellos son la desgracia del país. Acompaña a esta idea otra muy radical sobre los periodistas, señalándolos de venderse al poder por un sobre conteniendo altas sumas de dinero. Esta acusación la hace enfrente de las cámaras y enfrente de sus acusados, quienes quedan mudos y boquiabiertos. A pesar de tal postura, Milei tiene presencia en todos los programas de televisión y de YouTube, dejándonos con la idea de una estrategia para publicitar al mencionado político, quien ha ofendido al mismísimo Papa Francisco.
Como suele suceder en las posturas partidistas, Milei habla de un estado argentino corrupto y de funcionarios públicos de la misma tesitura, pero se muestra incapaz de ver a un Israel que tiene partidos corruptos y también políticos que hasta han ido a parar a cárcel por esa práctica.
Odia que lo comparen con Hitler, casi llora cuando se lo hace, pero sus expresiones faciales, sus gestos y gritos hacen imposible no ver a Adolfo Hitler en el cuerpo de Javier Milei. ¿Algún político mexicano actual emula al argentino? Sí, pero ya se retiró. Santiago Creel, en su última fase, con sus lágrimas, nariz enrojecida y gritoteos, era semejante a Milei. Xóchitl Gálvez se le asemeja en el uso del lenguaje florido, altisonante y de verdulero o carretillero, como se decía en Yucatán.
Milei merece atención porque es una persona radical, obsesiva, egocéntrica, falaz y capaz de desencadenar conflictos armados sin precedentes en el cono sur. Situación que nos alcanzaría a nosotros, por estar en la misma geografía.
Prueba de ello es que ha criticado la política de AMLO, Petro, Bukele y otros más. Y merecen sus ofensas todos, menos los pertenecientes a su religión. ¿No es un peligro, eso?