Una vez más, la magia del teatro nos ha regalado un pase a la fantasía y el esplendor. La excelente labor de Juan Ramón Góngora como director, unida a los talentos histriónicos de Sergio Cámara y Gabriel Arrollo, nos han permitido paladear una puesta en escena con deliciosos elementos que hacen de ella una delicada joya. Con lo agridulce de un soberbio vino maduro, “Obituario” corre por la pequeña video sala del Centro Cultural Olimpo, con la fluidez que sabe robarnos la atención, y nos mantiene fascinados de principio a fin.
La historia es sencilla: Un laureado dramaturgo, Rudolph Gottlieb, está navegando por las últimas ondas de la corriente de su brillante vida. Medita en soledad y va haciendo un balance de todo cuanto ha hecho. Está solo, después de tres matrimonios y dos hijos, que se encuentran lejos. El ambiente del departamento es cálido e íntimo, ideal para dialogar consigo mismo. Se sienta ante la máquina de escribir e intenta crear algo, no lo logra. El timbre del teléfono lo saca de sus reflexiones; levanta el auricular y del otro lado de la línea, una voz femenina le recuerda que tiene una cita con él, para una entrevista. Se trata de la periodista Julia Serpe. Rudolph le lanza la llave del departamento desde la ventana y le indica que suba. El encuentro de los dos personajes desatará una verdadera tormenta.
El encuentro de Julia y Rudolph es un verdadero desafío entre el dramaturgo y la periodista. – El teatro, es una aproximación artística a la vida, dice Rudolph. Julia dice: Usted se siente un pequeño Dios. Rudolph responde: No soy un pequeño Dios, sino un gran demonio. Julia, más que entrevistar a Rudolph, lo cuestiona, lo acosa, lo acorrala; surge el reproche de algo sucedido en la puesta de una de sus obras, la que más éxito ha tenido. Un joven actor se ha atrevido a sugerir al autor algunas modificaciones a la obra, que la hubieran mejorado; En un arranque de soberbia, Rudolph pone al muchacho fuera de la obra. – Y eso, causó la desgracia de esa joven promesa, cuestiona Julia. Lo reta a demostrar que, aún tiene capacidad de crear. Ella misma empieza a escribir. – ¿Qué es esto? ¡Es mi obituario! – Es lo único que queda para ti, le dice la periodista. Frenético, Rudolph echa a Julia del departamento y trata de serenarse.
Rudolph, reflexiona en voz alta, se da cuenta de cuan injusto fue con el joven. Nuevo timbre del teléfono lo saca de sus cavilaciones. Toma el auricular y queda pasmado al oír una voz femenina que le dice: – Tengo cita con usted para una entrevista. La joven sube y el debate anterior crece terriblemente, se violenta. – No debes ser Julia Serpe, eres Julia Sierpe, grita Rudolph fuera de sí. La joven saca una pistola. – ¡Has venido a matarme! Grita Rudolph. La pistola es de utilería de teatro. Se descubre que, Julia no es tal, es en realidad Adam Luckman, el actor corrido por Rudolph. Se desata nuevo debate, Adam defiende la posición de los actores frente al creador. Rudolph dice: Los actores y las actrices, son el mal necesario del teatro. – Caramba, el arte y la locura se dieron la mano, dice Adam. Rudolph replica: La trascendencia me la debes a mí, no morirás del todo, vivirás en mi obra eternamente. Rudolph llega a una brillante conclusión: Mi última obra será mi verdadero obituario.
La obra tiene un epílogo simbólico en unas evoluciones corporales de un par de personajes, vestidos de negros leotardos, cuya simbología puede tener múltiples interpretaciones.
La excelente puesta es un trabajo colectivo del grupo teatral “Soñar la Noche”. La excelente dirección ha corrido a cargo de Juan Ramón Góngora. Sergio Cámara, nos dio cuenta y cátedra de lo que es un actor que las tiene todas consigo, de cómo la experiencia se mueve por el escenario como pez en el agua. Gabriel Arrollo dejó patente una vez más su calidad de gran actor, fuerte, enérgico, preciso. Abril Gamboa y Ariadna Loza, cumplen con precisión su cometido, como el par de sombras danzantes. Abril, además, se desempeñó como segundo asistente de dirección; y por su parte, Ariadna tuvo a su cargo la iluminación, por cierto, muy precisa. Paula Koot tuvo un muy buen desempeño como asistente de dirección. Gran aplauso de pie para toda la compañía.
¡Qué buen teatro se hace en Yucatán! Sin el apoyo necesario.