Él es un macho alfa. No le falta un solo detalle para serlo de manera absoluta: belleza de rostro, de musculatura corporal, inteligencia, tono de voz y expresión convincente. Altura física, de origen de buena y famosa familia, ahí, en España. Me estoy refiriendo al joven Daniel Sancho, a quien conocí en su canal de YouTube, dando indicaciones de cocina, pues quería ser un chef de fama internacional. Es hijo del actor Eduardo Sancho, apreciadísimo por la sociedad española, y de una bella mujer de la misma nacionalidad que el actor.
Por cosas de la vida, teniendo todo para un estrellato en la actuación, no quiso dedicar su vida a ello, prefiriendo invertir su tiempo en deportes, diletantismo, viajes e intentos de ser un máster chef.
En ese punto coincide con el cirujano plástico colombiano Edwin Arrieta, quien al parecer le había brindado apoyo económico para instalar un restaurante de lujo en la lejana Tailandia. Para ello, previamente, habían tenido sus queveres y quereres sexuales, a pesar de que nadie de los amigos de Daniel Sancho sabía que tuviera una vida también expandida al comercio sexual.
Tailandia fue desenlace de todo. Hasta allí viajó la pareja, para cerrar el asunto del negocio de los alimentos. Todo, en sus movimientos, fue de lujo.
Sin entrar en detalles, finalmente, una noche, Daniel asesinó a Edwin. Después de ello, fue y tranquilamente se entregó a las autoridades. Todas las imágenes del joven español, durante su traslado al presidio, son una calma apabullante. Calma que también lució durante el tiempo de la reconstrucción de su crimen.
La sociedad española está en shock ante este hecho, porque, además, según la ley tailandesa, podría ser castigado con la pena capital.
Los padres son divorciados y por separado han llegado a visitar a su hijo, a quien han encontrado tranquilo, esperando su sentencia, que se espera sea absolutoria, pues para ello necesita tres cosas: comprar testigos, comprar ONGs de derechos humano y pagar por un juicio mediático, es decir, que la prensa lance el clamor de perdonarle la vida y darle la libertad.
Esto último resulta interesante porque se deja ver que Nayib Bukele tiene razón cuando acusa a las organizaciones de derechos humanos de ser agrupaciones comerciales. Y, también, se deja ver que los medios de comunicación, hasta en esos casos extremos, venden sus servicios.
El convertirse en asesino un muchacho que lo tiene todo, nos obliga a analizar y tratar de encontrar el origen de esa criminal conducta.
Yo atribuyo todo lo referente a la psicología de Daniel Sancho, a la ruptura de su familia, al momento de la separación de sus padres. La primera prueba de ello estaría en la negativa de convertirse en actor, a pesar de tener la tradición, porque su abuelo lo fue y su padre lo es, con mucha fama entre la sociedad española.
Los padres son felices cuando engendran un hijo, siguen siéndolo al encontrar una nueva vida con una nueva pareja y en ese ambiente de madurez y felicidad, nunca piensan en el daño que pueden haber causado al hijo que dejan sin la figura de uno de sus padres.
He conocido muchachos bien, que son infelices porque no vivieron una vida familiar regida por sus padres. Algunos de ellos se lo han confesado a sus padres. La respuesta que recibieron es: “Hijo, tu madre ya no es feliz conmigo o, ya no soy feliz con tu madre”.