Cosas curiosas, la costumbre de reunirse diariamente o ciertos días fijados.
La realidad es que ignoramos desde cuando comenzaron estas tertulias cerveceras. Pensamos que desde el siglo XVIII, y ya en el XIX hasta el estupendo artista Picheta alude a ellas y a su grupo de periodistas como él, dedicados con el mayor entusiasmo a la publicación de aquel famoso “Don Bullebulle”, revista burlesca que hacía mofa de la sociedad mocha de entonces. Bueno, hasta de los militares se burlaban…
Uno de los redactores de la revista (hoy un tesoro para el que conserve en su biblioteca) se queja de que el calor meridano es tan intenso que hay que exigir hielo, más hielo, pues ya lo había, para enfriar las bebidas ¿Serían cervezas?
Nuestro tiempo
Todo el siglo pasado estuvo rebosante de grupos de cantina, como el de Cervera Espejo, quien a diario se reunía con los mismos amigos a tomar la cerveza por lo general en El Bufete (calle 62 x 65, “en la mera esquina”) del Sr. Valencia. Antes el bar había sido de Morgan y creo que se lo vendió a Valencia. Acompañaban a don Alberto Cervera sus “socios” de siempre: el actor y cronista teatral Rubén D. Vázquez, el Monkey Muñoz, anunciador de Mercado sobre ruedas y réferi en peleas en el desaparecido Circo Teatro Yucateco; el Ing. Mario Zavala, flaco como una espiga, trabajador del Catastro; un gringo al que le llamaban Johnnie, y el humorista Marco Almazán, quien rechazaba sentarse a una mesa vecina del baño “que porque cada vez que alguien entra a hacer alguna necesidad, al concluir, sale no sin antes secarse las manos en la impoluta guayabera de don Marco”.
Por años se reunía el grupo hasta que Valencia cerró el negocio por alguna razón, no por falta de clientes.