¡OREMOS AL SEÑOR! 1SEÑOR, TEN PIEDAD!
¡Bendito amanecer, tengas, oh Padre Bendito!
En este fresco y casi frío amanecer de agosto, estamos con el cuerpo abrigado, pero contemplándote con los ojos del espíritu e inmersos en este esplendor que emana Tu presencia divina. En este instante nos viene a la mente lo ordenado por Tu Hijo amado a aquel hombre que ya tenía 38 años de esperar que “ALGUIEN” se compadeciera de él y lo ayudara a bajar a la piscina de Bethesda.
Tu Amado Hijo, oh Padre Santísimo, fue ese “ALGUIEN MARAVILLOSO” que se compadeció de este hombre que, a pesar de tantísimos años de espera, ¡POR FIN TUVO SU ENCUENTRO CON LA MISMA FUENTE DE LA SALUD INTEGRAL Y DE LA VIDA! TUVO LA DICHA DE SER DE LOS AFORTUNADOS QUE, CON SU FE FIRME, LLAMARON CON EL PODER DE SU ORACIÓN “LA PRESENCIA DE AQUEL QUE TODO LO PUEDE.” El portador y autor de “La gracia divina” se hizo presente y en vez de conducirlo a la piscina, con el poder de Su Palabra, le ordenó: “¡Levántate! ¡Recoge tu camilla y anda!” ¡Qué tremendo poder tiene LA PALABRA DE VIDA! Este afortunado hombre estaba alejado del estanque, pero a un paso de LA FUENTE DE AGUAS VIVAS QUE SANAN Y SALVAN.
Padre Santísimo: Cristo, Tu Hijo Amado está muy cerca de nosotros, pero hasta ahora, la mayoría de Tus hijos, muy a pesar de que leen Tu Palabra de Vida, lo ven en la lejanía de la historia, pero no experimentan Su Divina Presencia y mucho menos se aprovechan del Divino Poder de Sus Palabras que, ¡SON ESPÍRITU Y SON VIDA! Hoy en este momento de gozo, de luz, de sabiduría, de poder y de amor, que nos infunde Tu Divina Presencia, vamos decididos a anunciar y a invitar a muchos a ver a Cristo realmente presente y actuante. Y con todo el poder que nos da Tu Espíritu Santo vamos a hacer todo un ejército de hombres, mujeres, jóvenes y niños que en verdad vean a Cristo con esos ojos de su espíritu, los sane, los salve e invite a ABANDONAR EL LUGAR DE LA ENFERMEDAD; A ALEJARSE POR COMPLETO DE LA PISCINA PUTREFACTA DE BETHESDA Y VER A CRISTO COMO LA FUENTE DE AGUAS VIVIFICANTES QUE EN VERDAD, CALMAN LA SED Y SANAN DE TODA ENFERMEDAD Y DE TODA DOLENCIA DEL CUERPO Y DEL ALMA.
Vamos decididos a proclamar con toda la fuerza de nuestra voz, que Cristo nos prometió estar continuamente con nosotros hasta el fin de los siglos, pero solo se le puede ver con los ojos del espíritu y solo Él nos los puede abrir para que, viéndolo, Él nos pregunte: “¿QUIERES QUEDAR SANO?” Y nosotros, conscientes de SU GRAN PODER, le contestemos con PALABRAS LLENAS DE FE Y DE ESPERANZA: ¡QUEREMOS!
Cristo desea que NUESTROS LABIOS EXPRESEN CON ENERGÍA ESE QUEREMOS SER Y GOZAR DEL ESTAR SANOS DEL ALMA, QUE ES NUESTRO VERDADERO YO Y DEL CUERPO, QUE ES EL TEMPLO VIVO DEL ESPÍRITU SANTO, PORQUE UN ALMA SANA HACE QUE EL CUERPO REFLEJE Y PROYECTE SALUD ANTE LOS OJOS DE LOS DEMÁS.
Padre Santísimo: Tus hijos muchas veces leemos TUS PALABRAS DE VIDA y las guardamos en nuestra mente, pero, ¡NO LAS HACEMOS ESPÍRITU Y VIDA! Los enemigos de nuestra felicidad no quieren que Tus hijos abran los ojos del espíritu, ¡QUIEREN NUESTRA CEGUERA! No quieren que abramos nuestros labios y pronunciemos PALABRAS DE PODER, DE AMOR, DE FE, DE CERTEZA, DE SEGURIDAD, DE SALUD, DE BIENESTAR, DE ARMONÍA, DE PAZ Y DE ALIENTO DE VIDA.
Ellos se complacen y nos impulsan a que pronunciemos palabras de enfermedad, de pobreza, de debilidad, de incertidumbre, de impotencia, de maldición y de desesperación. Si ya recibimos de Tu Hijo Amado el perdón y la salud, ahora solo nos falta ABANDONAR EL LUGAR DE LA ENFERMEDAD, LOS AMIGOS ENFERMOS Y TÓXICOS; BORRAR DEL CELULAR A TODOS LOS QUE EN EL AYER NOS AYUDARON A SENTIRNOS BIEN CUANDO ELLOS SE DELEITABAN DE NUESTRA DOLENCIAS, DE NUESTROS FRACASOS Y DE NUESTROS QUEBRANTOS, PORQUE DE NO HACERLO, ¡NOS PUEDE SUCEDER ALGO MUCHO PEOR!
¡Gracias, Padre Santísimo! Nos vamos a emprender un nuevo capítulo de nuestra vida con una mente totalmente sana.
¡Bendito seas! Amén.