José Estrella (en realidad José Ek) es y fue (no sé si vive), uno de mis entrevistados predilectos. Es medio albañil, medio pintor de brocha gorda y gran platicador que se conoce decenas de historias de esas que ponen los pelos de punta.
-Oiga don José -entrevistaba yo al Sr. Estrella que tantas cosas extrañas del viejo Mayab sabe- ¿Dice usted que le ha mordido el Way-Pek?
El Way-Pek, como muchos saben, vive en los montes de la península yucateca. Hay quien dice haberlo visto: que luce como un perro grande y que sólo se le ve en ciertas noches cuando entra a los pueblos y puede causar daños graves si no se le espanta a tiempo. Pero espantarlo no es tarea fácil pues insiste en saltar sobre las personas al filo de la medianoche.
Don José Estrella cuenta que lo mordió uno de ellos, pero parece eso algo exagerado. Pero me cuenta lo que le ocurrió a una vecina de Mayapán: No me ha mordido e maldito perro-brujo (Way-Pek es perro-brujo en español), pero los he visto y vienen a devorar las aves de los patios: pavos, gallinas y pueden atacar a las personas. Ella asegura que sólo sale por las noches y que sabe que ha matado hasta borregos de buena talla.
Algunos campesinos aseguran que no es un perro indio y que su origen parte de los españoles, pues no había perros en Yucatán, excepto una raza pequeña que le servía de almuerzo al campesino.
-El perro maya era lampiño -decía la vecina de Mayapán y no ladraba. Creo que hay un par en exhibición en el Centenario. Actualmente los pescan y los cocinan de mil maneras. Yo no lo como pues hay muchos venados y jabalíes, pero otros sí lo cocinan. Concluye diciendo que el perro-brujo actual es robusto, de largas uñas y se atreven a introducirse de noche en las casas como la mía, pero si uno le arroja pedazos de carbón encendido, huye al instante. ¡Pero cuidado!