FRAGMENTOS PARA UNA NOVELA CALEIDOSCÓPICA
CAMINO POR NARVARTE DEL VALLE Y COYOACAN
Creo que fue Juan Rejano el que dijo en cierto momento: “No saben quien soy, ni tampoco se interesan en saberlo…es más, ni lo intentan.”
Tal vez…pero muchas veces es cierto. Así se siente uno de repente en el verano de más 30 grados, mirando el mar que brilla y refulge y bailotea ante nuestros ojos hipnotizados por el salitre.
Esta es la primera vez que me atrevo a decirlo en voz alta:”No saben quien soy ni tampoco se interesan en saberlo…es más, ni lo intentan.”
Támesis Ruvalcaba se levantó de la barra del bar del hotel Niko y salió a caminar por Campos Elíseos, mientras decidía a dónde ir esa noche de marzo, que no parecía ser de marzo ni de ninguna parte…
Se encaminó a la inauguración en la galería La Buena Habana. Fernando lo esperaba con María Elena Trejo y José Antonio Sanabria. Exponía el nieto del ciclón del caribe: Amalia Aguilar.
HOJA SUELTA Nº 345
Yo, ya no gozo la lluvia tanto como antes; recuerdo que me encantaba verla, dejarme abrazar por ella, ahora, es sólo un impedimento para salir de, o llegar a: casa.
¿Es eso sinónimo de vejez?
¿Cuántas cosas han cambiado en mí en los últimos 20 años?
¿Tantas como para ser un verdadero extraño a mi mismo?
Recuperar el ludismo, lo hedonístico y sibarítico. Obligación para volver a vivir plenamente los años que faltan: ¿35? ¿3 ½?, tres días, horas, tres minutos…
¿un día cósmico?
Habrá que retornar, retomar, buscar dentro de mí para recuperarme. Devolverme a mi mismo.
Es lo único que podrá salvarme de mi mismo. De este avatar existencial.
Los artistas actuales son tan simples, tan predecibles con sus performances, con sus obritas de teatro donde hablan y hablan sin decir nada, soñando que emulan a Beckett. Imitando la música de Costurika, inventando que con grabar sonidos cotidianos y usando la tecnología es música de avanzada, como lo fue el free cinema francés o el neorrealismo italiano.
Hace dos o tres décadas podíamos y hacíamos una fiesta de cualquier funeral.
México era una fiesta interminable con todo y resaca, vómito y diarrea!!!
Quienes lo vivieron no podrán escapar de ello jamás. ¡Esa es la verdadera perversidad!
Fue el siglo xx, de un México postrevolucionario que creyó poder ser un país importante y sobresaliente en el orden mundial de las naciones. Sin darse cuenta de que simplemente era un país en vías de subdesarrollo.
Y hace tres décadas (finales de los 70), se jugó al revival con el vestuario subastado en los Estudios Churubusco al mejor y más ladino de los snobs citadinos (muchos de ellos prófugos de pueblos más que de ciudades principales de la provincia mexicana y que soñaban con “lucir en sociedad” apareciendo en las páginas de Los Trescientos y algunos más o ser el centro de atracción de los bares, discotecas y nigth clubs de moda).
Hoy la pretensión de ir al “hampa”, el rozarse con “la canalla” lumpenezca, no es más que una jotería -que no lotería, locería, ni joyería-, de pretensos de ser artistas e intelectuales o “niños bien” en busca de emociones fuertes. Clase media que no se halla todavía a si misma, por pretenciosa e ignorante. Que todavía pasa de espaldas a los espejos por temor a que se le salga el tutú o el guarache, pero que a la menor oportunidad hablan de árboles genealógicos y de los aristócratas que pueblan las páginas del Hola o cualquier otra revista de ese tipo que proliferan como verdolagas en primavera, como si se tratara de sus “íntimos”.
Antros como los desaparecidos 33 o 14, no son más que peores y asépticos espacios aprendices de antesalas del infierno.
La moda es codearse con los de “abajo” observarlos y hasta sexar con ellos, ¿por qué no?, los sardos son bien calientes, ¿ a ver, dígame, por qué no llevarse a la cama a uno de esos uniformados?…¿me escucha? Pues entonces conteste y no se quede aí con cara de saltamontes agrio. Sólo eso nos faltaba.
Apoco las prostis proletas no son bien chidas. ¿Nunca ha visto a las de la Merced?
Infiernitos de mucha escarcha, inundados de basura, del polvo cortado, camellado de la cocaína y mucha loca tonta, jotas cursis, putitas con aspiraciones de ser astutas zorras inglesas, de heteroflexibles, de ignorantes que creen que el estar in situ, los convertirá en los artistas que el país espera para exportar a la aldea global.
Y todo este carnaval y sus comparsas se mueven a tono, realizando lo que según ellos se espera de ellos; eso que hará que Hollywood, Gallimard, el Premio Príncipe de Asturias o cuando menos el premio de literatura de la FIL de Guadalajara les diga: ¡aquí te pongo esta estrellita plateada en la frente por ser el mejor del tugurio!
Y será cuando Arturo Ripstein filme sus vidas, su estilo: savoir faire: casas y gente…
Me da tristeza mirar el desperdicio de la vida en fruslerías, vanidades de aprendices de cortesanos, vanidades desnutridas y avarientas de oropel. Así veo a la mayoría de los artistas e intelectuales de este momento en mi país. Sin chiste alguno. Sombras deslucidas que se han puesto todos los brillos y los colores de la mediocridad.
Es tan triste no ver nada que brille, que tenga luz propia. Tan sólo perogrullos que destruyen el saber, la sensibilidad y se prestan a bailar con los que destruyen el arte, la vida y el deseo de crear y compartir, y todo por como canta la tía Liza Minelli: money money…y un estrecho espacio para arribar y creer así que se es líder de opinión, sin darse cuenta de la mano que los mueve por detrás como si fueran muñecos de ventrílocuo.
Ni siquiera saben contonear sus nalgas, sus tetas, sus vergas ante la Bestia Dorada.
No tienen ninguna, más bien, desconocen la aristocracia de ser paganos.
Charlston Heston se hubiera portado con ellos, peor que con los judíos que adoraban al becerro de oro cuando descendió con las tablas de la ley entre los brazos.
Es todo esto ajuste de inicios de siglo, o simplemente punta del iceberg de la decadencia y que culminará con otro desastre mayor que todos los anteriores.
Qué horror, qué mal me veo, y, ¡estoy!, aquí pensando la realidad como imágenes del Apocalipsis de San Juan, como si fuera un puberto que recién acaba de hacer su Primera Comunión.
Fernando, ¿envejeces? ¿O te haces pendejo solo? ¿O sólo te haces pendejo?
Cierra la libreta, deja por allí la pluma fuente y pónte a oír música de Broadway o sal a caminar para que te de el aire y se lleve al pirix de mundo las polillas que se han prendido fingiendo travestidas de luciérnagas a tu alma.
Piensa en la sonrisa de Mágica y la cámara fotográfica que le regaló su tío, aquel que poseía un carromato donde vivía y tenía su laboratorio para revelar fotos, permitiéndole así, viajando por todo el país y parte de Centro y Sudamérica a principios del siglo xx.
Revisa todo ese montón de papeles que has encontrado en carpetas y tienes miedo de leer por ese terror/ansia/tristeza/nostalgia o lo que sea, pero cuya sensación es rara para tu alma, tal vez encuentres algo que te lleve a historias de otros tiempos, al de Mágica por ejemplo.
Fernando
Ya no hay rastros de tu infancia, sólo la fachada de la escuela Modelo como una fábrica de sueños, imperturbable, señorial, y que te mira como lo haría una señora mayor a un niño que ensució sus zapatos recién boleados.
El centro de la Ciudad, aquél espacio maravilloso a donde todos los meridanos iban a comprar o a ver aparadores es un hacinadero de fealdad y basura, ruido y desprecio.
Lo siguen caminando algunos meridanos y gente del interior del estado, pero es como la película de Boris Karlov: Zombies en Nueva York…está tan sucio, descuidado que parece una vieja prostituta alcoholizada que se vomitó sobre si misma.
¿Cuándo fue cuando el Centro de la Ciudad se volvió feo, sucio, mugriento, un espacio que parece ya no importarle a nadie?
¿Fue en los noventa cuando Eduardo Luján lo denominó Borneo?
“-Hay que armarse de valor y paciencia, pues hoy iremos a Borneo.”
¿Esto es el efecto de volverse contemporáneo?
La Ciudad había perdido su olor, su perfume a jazmín. En balde intentabas revisar tu memoria olfativa.
Sin embargo por las tardes, como había escrito Honorato Magaloni, el sol seguía siendo un tigre de piel rayada…
La nostalgia y la melancolía se parecen, pero no son iguales. A veces el alma y los sentidos las funden, la vuelven un solo sentimiento.
¿Qué historia se puede contar, si nuestra memoria no tiene la capacidad de recordar y reconstruir el sonido ni el lenguaje de las voces de los que amaste? ¿Si la vista comienza a jugarte borrosidades y ya necesitas lentes?
Todo se va.
Sin embargo hay ocasiones en que la voz de Cavafis traída por la brisa resuena a ritmo de Tunkules y Atabales:
“Aunque destrocemos sus estatuas,
aunque los saquemos de sus templos
los dioses no murieron.”
Escribir en ocasiones es un laberinto y tú un joven Minotauro encerrado en tus palabras, palabras que tristemente no son cada una un laberinto. Si fuera así, escribirías una novela interminable llena de ritornelos.
Retornar, retornar para empezar una historia, tal vez la misma pero con otro enfoque.
Una versión desde otro punto del horizonte, es siempre una nueva historia con el mismo tema y que puedes narrarte en esta noche de sábado, mientras esperas la presencia de tu amante. Joven amante que huele a piel alegre por el sol y la lluvia de junio. Porque retornar es encontrar un texto escrito en una libreta scribe, hace 38 años. Un texto sobre junio, la lluvia y algún otro tópico:
Piensa en que es junio y llueve.
Mira el viejo camino a través de la ventana.
Es junio y llueve.
Relee en los momentos de antaño, su sonrisa.
Es junio
Envuelve de nuevo sus manos de niña pequeña.
Y llueve.
Tal vez por eso la evoco, recorro los rincones de la memoria tratando de reconstruir su imagen.
Fabrico con palabras su cuerpo.
Es junio, llueve y de pronto sin saber por qué espero su voz con la angustia que genera ese yo adolescente que era cuando te conocí.
No sé si porque es junio, llueve y el olor del jardín inunda mi alcoba, es que deseo tus manos, tu sonrisa, el calor de tu cuerpo.
De pronto he descubierto que me siento solo.
Lees el texto rescatado y reelaboras ese borrador del 18 de junio de 1972.
Simplemente: Fantasmas en la noche de trasluz.
La lectura del texto te hace recordar que: “Es lugar común decir que la vida es un baile continuo. El problema es que no siempre bailamos con quien deseamos.”
Fernando
OH LA POESIA…
Al final de la pubertad y principio de la adolescencia, a todos, pero a todos, varones o féminas les da por escribir “poesía” que más allá de la pretensión de ser poetas, era una necesidad de plasmar sentimientos encontrados, emociones no entendidas, vibraciones que no pueden ubicarse concretamente en la mente y el espíritu.
Necesidad de contarse, explicarse los sentimientos de manera bonita.
Especie de exorcismos estos textos, en el sentido de sanación del alma y en el mejor caso, intentos por definir ese sentimiento que llamamos amor y que de pronto creemos sentir hacia otra persona o por el hecho simplemente de que nos llama la atención o nos gusta físicamente.
En Mérida a finales de los años sesenta y parte de la década de los setenta, era común que si te gustaba una niña y la cortejabas y aceptaba la petición a: ¿quieres ser mi novia?, aquello se transformaba a la larga, casi siempre en matrimonio, después de que tú varón, acabaras tu carrera universitaria.
De pronto comenzabas a realizar lo que se llamaba y llama: tu visita, asistencia diaria a casa de la interfecta, con la mirada aprobatoria de los padres si te consideraban un buen partido para su tesoro.
La mayoría de los matrimonios meridanos así se iniciaron, y en los setentas con todo aquello de la liberación sexual y otros aspectos de la libertad incipiente y recién ganada, dieron como resultado, el razonamiento, el preguntarse si aquel o aquella con quien contrajimos matrimonio y procreamos hijos era realmente el amor, la pasión, el compañero o la compañera deseada, o simplemente una (o) excelente amiga (o) que la costumbre nos hizo creer que era el amor de nuestra vida.
Sobrevinieron los divorcios. Los pactos de matrimonio abierto y los no pactos, o simplemente el que cada quien viviera su vida como mejor le viniera en gana.
Comenzó a finales de los setenta una carrera impuesta por la moda de la sociedad de consumo: el querer ser joven, dinámico…y esto se acrecentó cuando el CREA antes INJUVE, declaró que se era joven hasta los 35 años. Indudablemente que esto descontroló enormemente a una generación que se convertía así en la generación con la juventud más larga de la historia de la humanidad, panacea que llevó las libertades personales a extremos insospechados, hasta la “aparición” del SIDA. Claro, al principio sólo era para homosexuales, sin embargo la realidad demostró todo lo contrario.
Y comenzó el imperio del condón.
Ruvalcaba pensó todo esto. Alucinó a miles de niños/adolescentes jugando a ser hombres vestidos con guayaberas realizando sus visitas nocturnas a casa de sus novias.
Sacó al azar de la caja de papeles viejos uno escrito por Fernando en 1975:
Pequeña manecilla de reloj
que errada viajas por el cosmos de mi sangre
por los viaductos de mis venas.
Instálate en mi corazón,
agrégate al reloj de mi universo
y dale cuerda para que ría,
se inunde nuevamente
de pensamientos abstractos
como los caracoles rotos de la playa
que son fanfarria, sueños, dijes, historias de viajes,
transportadores de confidencias que nunca conoceremos.
(Pedimento para 1975)
Fernando