El terrible destino de los árboles: soportar la vida en un mismo sitio.
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Utopía de muchos: tener dolor de cerebro.
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Llegar a tocar el pasado con la mirada de la memoria.
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La fama lo acompañó durante un par de años. Después nadie volvió a ocuparse de él. Vivió casi hasta los noventa años. Murió cantando, creyendo que todavía era famoso. Nadie acudió a sus funerales.
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El carnicero X pasó a ser secretario de un político. Cambió la chaira por un escritorio, por la infamia de la res publicae.
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La muerte es la boda del hombre con la tierra: su concubinato trágico.
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Cuando entraba todos los personajes de los cuadros se bajaban a saludarlo.