Cada uno de nosotros es el último eslabón de una cadena que se inició hace millones de años en forma de carne palpitando.
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A nuestra muerte, cada célula de nuestro cuerpo sentirá el horror de su propio fin, cada célula verá su propia muerte.
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En el cuadro Eslovenos del pintor alemán Emil Nolde, aparece una mujer cuyo ojo derecho está torturado y en ruinas. Se podría decir que esa mirada es la mirada a un mundo en devastación. Es una especie de grito a través del ojo.
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Vivir es estar en contubernio con el aire, con esa piel de oxígeno que le da movimiento al mundo.
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Estalló. Vociferó. Se degradó a sí mismo.
