¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
¡Saludos cordiales, oh Padre Bendito! En estos días, puestos de rodillas, nos place meditar en Tu divina presencia, sobre la importancia DEL PODER DE LA PALABRA que Tú nos has dado, pero que, desde el Paraíso, a lo largo de la historia la hemos perdido hasta convertirnos en SERES QUE USAN Y MAL USAN DEL DON DE LA PALABRA, pero que nos convierte en SERES SIN PALABRA, SIN CREDIBILIDAD Y SIN CONFIABILIDAD EN LO QUE DECIMOS Y PROMETEMOS. SOMOS GENTE DESHONESTA, QUE EN TODAS LAS ACTIVIDADES DE LA VIDA ABUSAMOS DE LA PALABRA, ENREDAMOS A LA GENTE, NOS APROVECHAMOS DE SU IGNORANCIA, LES PROMETEMOS TODO Y NO LES CUMPLIMOS CON NADA.
Esta actitud equivocada se debe a que nuestro espíritu NO ESTÁ EN COMUNIÓN CON EL ESPÍRITU SANTO, quien es el ÚNICO que sabe y puede infundirle a nuestra palabra, vida, poder y amor. Padre Santísimo, Te suplicamos que seas Tú quien nos conceda el que el Espíritu Santo venga a quemar con el fuego de la gracia todo lo que sea indigno de Su presencia y de su divina unción. En el Nombre de Tu Hijo Amado, en honor del Espíritu Santo y con Tu divina complacencia, nos postramos ante Ti, Trinidad Santísima, a fin de que nos veas como templos vivientes en los que solo debe residir el poder del amor convertido en fuego divino que desvanezca toda maldad, toda injusticia y toda perversidad, para que el mismo Espíritu Santo infunda PODER A NUESTRA PALABRA, porque hemos decidido a SER CRISTIANOS DE PALABRA CON PODER Y DESECHAR TODA PALABRA INUTIL INFRUCTUOSA E IMPOTENTE.
El Santo Profeta Elías, clamaba desde el tiempo de la LEY: “Vive EL SEÑOR Dios de Israel, EN CUYA PRESENCIA ESTOY, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino POR MI PALABRA.” (1ª. de Reyes 17: 1). Ahora que vivimos EL TIEMPO DE LA GRACIA, nuestra oración será: ¡VIVE DIOS cuya presencia está en nuestro interior y concede PODER A NUESTRA PALABRA, que todo lo que digamos se cumplirá a cabalidad!
Padre Bendito: Que sea Tu Espíritu Santo quien nos guíe, nos ilumine y nos conduzca por el camino de la rectitud. Que Él sea quien confiera PODER a nuestra nueva forma de hablar ante Ti y ante nuestros hermanos. ¡Que pena nos da y cómo Te lamentas Tú, al vernos usar y abusar DEL DON DE LA PALABRA, mismo que nos hace muy semejantes a Tu Amado Hijo, quien es LA PALABRA DE VIDA! Mientras no seamos revestidos del poder de lo alto, por no ser capaces de sacar de nuestro interior a EGIPTO, SINÓNIMO DE ESCLAVITUD, DE CARNALIDAD Y DE VANIDAD, no seremos dignos de recibir ese preciado DON que más nos asemeja a lo divino. Nos viene a la mente cuando el bienaventurado Apóstol San Pedro, lleno del Espíritu Santo exclamó: “¡MÍRANOS! Desde ese momento, San Pedro y San Juan ya no eran los mismos, ¡ya eran portadores de lo divino y hablaban con autoridad divina! Es por ello que confiados pronuncian palabras de vida que infunden vitalidad: “ —No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el Nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡LEVÁNTATE Y ANDA!” (Hechos 3:6).
¡Nos encaminamos gozosos al desempeño de nuestras actividades, pero sabedores que, Tú nos amas y el Espíritu Santo nos ha vivificado y nos ha enviado a USAR LAS PALABRAS DE VIDA! AMÉN.