
Seguimos con el tema: los sobrenombres que inventan los muchachos en sus conversaciones con otros chicos.
Algunos se llaman “primos” sin serlo.
Ejemplo:
-Vamos a jugar a las cartas esta noche ¿Le entras?
-No “primo”, no soy vicioso.
A veces se recurre a lo extranjero:
Ejemplo:
-Oye, ¿no has visto a nuestro cátcher para jugar mañana a la pelota?
-No “míster”, para nada.
He aquí otra muestra:
Ejemplo:
-Me ha invitado la mamá del Chato para su “cumple”, que es pasado mañana. ¿No vas?
-No “chato”, no soy de su categoría…
Todos estos sobrenombres no son precisamente de pandilleros, sino que surgen de la amistad de los chicos en la escuela o en el trabajo, pero también pueden salir de los tugurios y de esos miserables grupos de alcohólicos que se reúnen en la esquina o en una casa abandonada.
En la actualidad, los muchachos usan la voz “gallo” al tratarse:
Ejemplo:
En la cantina:
Un borracho entra a una cantina y se dirige a otro no muy borracho, sentado en el mostrador y echándose su primera cerveza:
-Quihubo… invítame a una cheva…
-No “gallo”, no soy “buque” de nadie.