
La época que considero que el grupo (Restricción) ha tocado mejor que nunca fue cuando nos contrataron para tocar en una disco en Isla Mujeres, en los años que comenzaba su despegue como lugar de gran turismo, aunque aún conservaba cierto aire de puerto de pescadores con calles de arena. En pocas palabras, aún conservaba su encanto de pueblo rústico.
La disco se llamaba Calipso, que era de lo mejor. Un concepto arquitectónico ad hoc. Excelente sonido, atención esmerada. Repletos de público los conciertos todas las noches. En un pequeño escenario tocábamos Mike Manzur, el “Judío” Ocampo, “El Mazapán”, y un servidor, estrenando mi adorado bajo Sender modelo pression. En el mismo complejo del bar se encontraba el comedor y nos daban las tres comidas, que elaboraba la esposa del gerente, llamada Malu, ayudada por la “Úrsula”. Aunque el señor regenteaba, el dueño del lugar era “Picho Magaña”, el Zar de los productos del mar, uno de los hombres más ricos de la península, un verdadero magnate.
Nosotros teníamos un cuarto a lado del de Malu y su esposo, por las noches teníamos puesto un muy bien ensayado repertorio: “I feel good”, “Please, please”, “Going down”, “Supertition” y una de las favoritas de la historia: “Pretty woman”, así como las de cajón, “Evil ways”, “Brown eyes”, “White wine”, “Satisfaction”, “Killing”. No tengo empacho en decir que sonábamos perfecto. Por las mañanas solíamos el baterista y yo darnos un chapuzón en el Mar Caribe, en playa norte. El mar más hermoso y calmo que he visto en mi vida. Cierto día divisamos a un par de gringas con sus bikinis y entablamos amistad, invitándolas al local a vernos tocar. Y por la noche, ambas amigas nuevas acudieron, pero ya bien maquilladas, con ropa de fiesta, se veían guapísimas.
Tocábamos tres tandas de 45 minutos, tomándonos 15 de descanso. Después de la primera tanda, las invitamos a nuestro cuarto y ahí consumatus et. Ambas resultaron un volcán en la cama. Al tocar el segundo tiempo corríamos a cumplir con nuestro trabajo. No sé por qué Manzur quedaba furioso. Después de la segunda tanda, de nuevo al cuarto, donde ellas nos esperaban. El aviso de los acordes nos hacía terminar en lo mejor de aquello; sin embargo, la pinche gringa no me quería soltar: (“quédate, quédate”). Corrimos y subimos al escenario de nuevo y la misma situación, solamente que ahora los golpes de los otros integrantes que hicieron que se interrumpa aquella especie de vorágine de placer. Manzur la corrió casi en ropa interior, regañándonos. Él se la pasaba descansado en sus ratos libres con la “Úrsula”. No tenía motivo de tanto enojo, así que la situación terminó en discusión. La foto que ilustra este nostálgico texto representa una de las épocas mas felices de mi vida. Ahí se aprecia al “Judío” y a un servidor, el bajo, por supuesto, mi querido Sender. Y también aclaro que la “Úrsula” era un cangrejo de Santiago.
P.D. Entre la “Buga”, “Chano”, “El Chicles” y Juan Gabacho ¿Quién tendrá más hijas?