
Con la llegada de Hitler al poder en 1933, se ordenó el cierre, la cancelación y la disolución de todas las organizaciones homosexuales que habían logrado un avance sustantivo en la lucha por los derechos de las personas distintas en la conducta sexual. Esta etapa política puede ser considerada un espacio en blanco para los movimientos y el activismo en occidente, en esa lucha. En contrasentido, esta etapa se caracterizó por el auge de la psicología que trajo una visión más humana de la persona homosexual. Desde esa perspectiva, la persona se transformó de pecadora a alguien con una psicología distinta o, según Freud, en una persona con un desarrollo psicológico incompleto.
Se estima que durante la Segunda Guerra Mundial murieron aproximadamente 15 mil homosexuales en campos de concentración. Después de esa hecatombe, la penalización de la homosexualidad siguió siendo una ley vigente en las dos Alemanias.
Ser homosexual traía consigo un estigma legal que impedía el desarrollo profesional de estas personas. Y prácticamente la homosexualidad era ilegal en todos los países occidentales y, por si fuera poco, en 1952, la Asociación Psiquiátrica Americana clasificó, coincidiendo con Freud, la homosexualidad como un desorden mental. Esta realidad, justificó la realización de experimentos que buscaban eliminar la homosexualidad a través de tratamientos médicos crueles, violentos y deshumanizados, como la terapia de choques eléctricos y la lobotomía.
México y Yucatán, en lo político, social y la laboral, no escapaban a esas visiones occidentales.
Aun así, la lucha por la igualdad de derechos siguió su rumbo desde Europa Occidental y Estados Unidos, con el llamado movimiento homófilo.
La denominación de homófilo fue propuesta por Karl Guther Heimsoth, quien pretendía modificar el uso de la palabra homosexual con el fin de enfatizar el amor en lugar del sexo.

En 1942, el código penal suizo legalizó las relaciones homosexuales entre adultos de más de 20 años. Una historia semejante se dio en Países Bajos, donde se promovió y abrió un diálogo constante entre homosexuales y heterosexuales.
Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia se unieron al movimiento homófilo en 1948. Pese a esta aparente aceptación, la persecución a los homosexuales seguía siendo una realidad y el hecho de ser identificado o detenido en una práctica de ese tipo podría traer una pena de seis meses de prisión.
En 1950, en Alemania Occidental, se fundó el Instituto para el Estudio de la Sexualidad, cuyo objetivo era liberar a los practicantes de esta sexualidad de la persecución. Ese mismo objetivo tuvo la Sociedad de Derechos humanos, fundada en 1951.
Se calcula que entre 1945 y 1969 se condenaron a más de 50 mil hombres en Alemania Occidental. Curiosamente, ese mismo año se abolió la ley que tipificaba la homosexualidad.
Francia mantuvo vigente la penalización de la homosexualidad hasta 1982. El Reino Unido la había abolido en 1967.
En los Estados Unidos, el movimiento homófilo estuvo marcado por la persecución gubernamental. Durante la presidencia de McCarthy, se rechazó cualquier manifestación de estos grupos, pues las consideraban infiltración de grupos comunistas. Para McCarthy, los grupos homosexuales formaban parte de una conspiración soviética.
Esta postura se mantuvo durante el gobierno de Eisenhower. El FBI tenía un grupo especial que vigilaba a las organizaciones homosexuales.

Con la llegada de Kennedy a la presidencia, algunas de estas actitudes se fueron mitigando. En New York se formó un grupo de intelectuales, entre los que estaban Lincoln Kirstein, Monroe Wheeler, Paul Cadmus y W.H. Auden. Tuvieron como aliados a Tennessee Williams, Truman Capote y Gore Vidal. Sucedió lo mismo en Chicago, Los Ángeles, San Francisco. Esta última ciudad, en 1964, fue declarada capital gay de América.
El activista Bayard Rustin, consejero de Martin Luther King, en los setenta, planteó la necesidad de integrar la lucha homosexual con la racial que tenía lugar en ese momento.
En 1964 se da la primera manifestación pública homosexual en los Estados Unidos. Esta sucedió en New York y se replicaría en Washington, en 1965, y en Los Ángeles, en 1967.
La década de los sesenta en los Estados Unidos se caracterizó por la gran cantidad de movimientos sociales, entre los cuales estaban el afroamericano, el hippie, el de contra la guerra de Vietnam y la presión de los grupos feministas.
En la madrugada del 28 de junio de 1969, la policía de New York llevó a cabo una de sus habituales redadas en un Bar, a diferencia de otras ocasiones, los clientes se negaron al sometimiento. Esto generó que los agentes quisieran cometer un arresto masivo. Aunque los clientes fueron sacados del Bar, se mantuvieron en el lugar que poco a poco se fue llenando con más personas de dentro y fuera del bar. Se inició un disturbio, sin organización previa, pero con una causa gestada durante décadas de acoso y represión policiaca. Ese mismo sábado, grupos de personas transexuales y travestis se reunieron en ese lugar para manifestar su enojo y para declarar su derecho a mostrar su afecto de forma pública. Marsha Jonson, mujer negra trans, y Silvia Rivera, mujer latina trans, fueron dos figuras que no temieron expresar su inconformidad contra el acoso policial.
Meses después surgió el Frente de Liberación Gay y se fundó la Alianza de Activismo Gay.
Cabe señalar que el término gay no se había utilizado hasta ese momento.