
(Hechos 1: 4-5).
¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Padre Santísimo: ¡Que en Tu reino de la Luz eterna seas siempre maravilloso! En este amanecer que presagia lluvias abundantes, extasiándonos en ese azul añil de las montañas de Taxco, Guerrero, concretamente la magnificencia del imponente HUIXTECO, nos hace sentirnos los seres más privilegiados, más afortunados, porque esas cimas tan elevadas nos hablan de Tu amado Hijo, quien siempre amó las alturas de las colinas de Israel y, precisamente eligió el montecito de LOS OLIVOS de unos 800 metros de altura para dar las instrucciones finales y despedirse de sus apóstoles, ascendiendo a las alturas a la vista de todos ellos. Nos impacta los cuarenta días que pasó después de Su Resurrección, sin vivir con ellos, pero apareciéndoseles para demostrarles que ÉL ESTABA VIVO Y SU CUERPO ERA GLORIOSO, INMORTAL E INCORRUPTIBLE. Cristo, antes de ascender a la vista de sus 11 discípulos, les da esta instrucción final: “—No se alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre, de la cual les he hablado: Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo.” (Hechos de los Apóstoles 1: 4-5).
A partir de ese momento, los discípulos conducidos por MARÍA, la mujer que sí sabía y gustaba de la oración, LOS MANTIENE UNIDOS DIEZ DÍAS EN LA FERVIENTE SÚPLICA a fin de que sean BAUTIZADOS CON EL FUEGO DEL ESPÍRITU SANTO, tal como lo anunció Su Hijo Amado.
Padre Santísimo: ¡También nosotros, Tus hijos y amigos necesitamos urgentemente SER BAUTIZADOS con ese fuego divino! Para ello necesitamos NO ALEJARNOS DE JERUSALÉN, SINO QUE ESPEREMOS “LA PROMESA DEL PADRE”.
Padre Bendito: nos es necesario recibir ese baño de fuego divino para purificarnos y para que Tú nos dignifiques y así seamos en verdad LOS PORTADORES DEL MENSAJE DE VIDA. Estamos seguros que Tú, oh Padre Amoroso, eres el Único que puede concedernos esta gracia divina, porque, ¡NO QUEREMOS SER TIBIOS, MEDIOCRES E IMPOTENTES HERALDOS DE TU PALABRA DE VIDA!
¡QUEREMOS SER ARDIENTES E INCANSABLES SEMBRADORES DE FE, DE ESPERANZA, DE AMOR Y DE COMPASIÓN MISERICORDIOSA! ¡QUEREMOS SER TESTIGOS DE ESE AMOR APASIONADO CON EL QUE TÚ AMAS A TODA LA HUMANIDAD! ¡QUEREMOS ASCENDER EN EL CONOCIMIENTO Y DOMINIO DE LO DIVINO SIN DESCUIDAR LO MATERIAL! QUEREMOS SER LOS PROMOTORES DE LA RENOVACIÓN EN EL ESPÍRITU SANTO DE TU IGLESIA SANTA, PORQUE SIN ESE BAUTISMO DE FUEGO DIVINO, ¡TU IGLESIA MUERE Y LAS PUERTAS DEL HADES LA DESTROZAN!
Si Tu Hijo Amado ya está sentado a Tu diestra y nos ha bendecido, ahora, Te suplicamos que, en estos días de oración ferviente, nos envíen tanto Tú como Tu Amado Hijo esas abundantes gracias para que pronto seamos bautizados, purificados, fortalecidos, iluminados y capacitados para ANUNCIAR TU PALABRA DE VIDA.
Padre Bendito: ¡Muchas gracias por habernos escuchado! Amén.