
Imaginar lo que había antes del Génesis, antes de Dios incluso: la felicidad absoluta, la tranquilidad gozosa, el tedio permanente del tiempo, la Nada deslumbrante y dichosa.
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La anemia de la filosofía, la anorexia del pensamiento.
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La viruela de la soledad, el sarampión del éxito.
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Toda vida es una poesía desgarrada, una elegía que soporta al mundo.
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A los amigos hay que hablarles con la compasión de nuestras ternuras y de nuestros afectos.
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Algún día alguien estará parado junto a nuestro sepulcro (sin que nos demos cuenta) como un homenaje a nuestros despojos.