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¿Qué ocurrió con nuestros viejos vendedores ambulantes? (II)

¿Qué ocurrió con nuestros viejos vendedores ambulantes (II)

La delicia de los chamacos

Lo recuerdo vagamente, es decir, recuerdo mejor su carrito que al mismo vendedor: era aquel que no faltaba a las ferias o en cualquier calle de la ciudad empujando un carrito compuesto de dos ruedas (o quizás eran tres) y una caja de cristal donde se estaba tostando el maíz, deleite de los chicos.

Pero lo que más les llamaba la atención era un payasito de juguete, el cual por una técnica que desconocemos iba cocinando el maíz para luego envolverlo en un cucurucho convertido en las ricas palomitas (de maíz, desde luego). Pero este nombre de palomitas de maíz es como le dicen en la ciudad de México y en otros estados, y sin saberse como, así comenzó a llamarse el cucurucho de muchos conocido. Pero en aquellos días, en la primera mitad de los años cincuenta, los yucatecos los llamábamos “maíz tostado”:

Ejemplo:

-Primero te llevaré a dar una vuelta al carrusel, Ponchito…
-Pero mamá, yo quiero comer un cucurucho de “maíz tostado” y ver al payasito dentro de la caja de vidrio…

Y como él, todos los chicos ansiaban extasiarse viendo a aquel pequeño “clown” dándole vueltas a una rueda que hacía funcionar el mecanismo que iba tostando el maíz, como hemos dicho líneas arriba. Hoy no lo vemos más transitar por las calles. ¿Se lo habrá llevado el viento, como reza el título del famoso filme de los años treinta de la pasada centuria? ¿O simplemente lo alcanzó la edad al vendedor y arrumbó el carrito de cristal para siempre? ¿O todavía rueda el carrito con su deliciosa carga por las hoy desconocidas calles de esta Mérida que se ha agigantado tanto que ni nosotros los adultos encontramos con facilidad las rúas nuevas que se nos señalan? Dios sabrá.

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