
El esqueleto (ese yo óseo) es nuestro soporte anónimo en la vida y en el sepulcro.
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Hay quienes sólo escriben para ser estudiados, para ser discutidos en algún Congreso: la literatura ultrajada, envilecida.
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Dios no puede existir. Todo está en su contra.
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La ironía: angustia disfrazada.
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El destino de todo héroe es el elogio fúnebre.
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Putrefacción del cuerpo: tiempo en descomposición, tiempo fermentando.
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Después de muertos obtendremos nuestro oficio de difuntos.