
En algún 10 de mayo una escritora publicó un artículo en un periódico yucateco en el que expresaba su desencanto por ser mamá y su falta de entusiasmo cuando le entregaron a la criatura poco después del parto.
Lo que expresó acerca de su condición de madre se oponía por completo al modo convencional que habíamos recibido a través de películas, programas televisivos, pinturas, canciones y poemas, donde la maternidad se exaltaba como una condición amorosa de carácter natural. Aquel artículo nos sacudió por lo alejado que estaba de la visión convencional y por su dura sinceridad. Del estupor y el rechazo inmediato pasamos a una actitud más empática, luego de reflexionar sobre ese testimonio.
Esto ocurrió en algún año de la década de 1990, en la cual también se dio otro hecho que también indicaba cambios en la visión de la maternidad. Fue una proyección de la película Mujeres insumisas, de Alberto Isaac, donde las protagonistas deciden dejar a sus esposos e hijos para hacer su propia vida, cruzando la frontera.
La función especial de esa película en un céntrico cine incluía un diálogo al final con el director del filme. Luego de que Isaac dio una explicación general, un espectador reclamó que en la película se profirieran malas palabras, nada aptas para los oídos de las abuelitas. Luego de un amago de pleito provocado por aquel quejoso de la tercera edad que no aceptaba las explicaciones que se le dieron, un hombre más o menos joven expresó su desacuerdo con la película, alegando que las mujeres tienen la obligación de cuidar a sus hijos en todo momento. Isaac dio una respuesta puntual, pero enseguida en voz baja y enojado le pidió al moderador terminar el diálogo.
Por suerte, una joven profesionista se puso de pie y le pidió una disculpa a Alberto Isaac a nombre de los yucatecos, haciéndole ver que esa moralina no era generalizada y que muchos de los presentes sostenían ideas más avanzadas en cuanto al feminismo y la sexualidad. A partir de ahí seis personas más expresaron sus puntos de vista de una manera razonable y tolerante, aceptando la decisión de aquellos personajes femeninos que no se sujetaron a las imposiciones sociales sobre la maternidad.
Esos dos hechos, el artículo periodístico y la proyección de la película con su diálogo agregado, estuvieron entre los pasos iniciales para ir modificando en Yucatán la percepción tan restrictiva y estereotipada de la maternidad. Poco a poco se fueron efectuando de manera pública planteamientos distintos y abriendo el abanico de opciones en que la maternidad puede desarrollarse. Sobre todo, se fue poniendo énfasis en tener conciencia de que no toda maternidad implica la existencia de la paternidad, ya que muchas familias sólo cuentan con la figura materna, con una fuerte carga de responsabilidades, a su pesar.
Con el tiempo irían apareciendo en el espacio público otras opciones como los modos de embarazarse, la decisión abierta de ser madre soltera o las maternidades lésbicas, entre otras. Falta un buen camino por recorrer en cuanto a una visión más tolerante y abierta sobre el tema de las maternidades, pero ha habido respetables avances.
Siempre habrá que recordar que la celebración mexicana del 10 de mayo fue una reacción contra las políticas feministas del gobierno de Felipe Carrillo Puerto, en particular contra La regulación de la natalidad o La brújula del hogar, un opúsculo de Margaret Sanger, publicado en Mérida en febrero de 1922.
Esa es una historia de la que se ha hablado bastante, pero que amerita un estudio detallado tanto en relación a todos los participantes mexicanos y extranjeros en aquella edición como en el análisis profundo del contenido más allá de lo positivo de los derechos sexuales de la mujer y de la planificación familiar. Esto obedece a que la interpretación -ya lo ha apuntado un historiador- mucho tiene que ver también con la eugenesia, con su consiguiente intención de mejoramiento genético y, quiérase o no, de superioridad biológica de unos humanos sobre otros. Además de ello, tener en cuenta la muy discutible propuesta anónima planteada en la edición yucateca de dejar en manos del Estado la regulación del control natal.