


Así que al comenzar a filmarse más cintas en nuestro país, los entusiastas de este nuevo arte, en su mayoría periodistas, hicieron todo lo posible por cimentar esta “fortificación” en que pretendían se convirtiera nuestra novel industria. Para ello hicieron uso de lo que estaba de moda en nuestros periódicos y revistas: el juego de las encuestas para saber cual era mejor: el teatro o el cine.
Como hemos de imaginar, esta polémica se suscitó en todo el mundo. Y nuestro país, pues no se quedó atrás. De este “pleito”, la encuesta realizada por Oscar Leblanc publicada en El Universal Ilustrado del 12 de abril de 1923: ¿Dónde Hay Más Arte, en el Teatro o en el cine?, es el espejo palpable. En esta serie de testimonios “oímos” a dos de nuestras actrices de cine mudo expresar sus ideas a su público, y así Nelly Fernández que encarna la volubilidad declara: “Yo creo que el cine es superior al teatro. He vivido las dos vidas intensamente. Y encuentro que es más emocionante y completa la vida cinematográfica, y que presenta mayores oportunidades para realizar una labor brillante. Es decir, creo sinceramente que ofrece inauditas perspectivas para lograr una visión artística y emocional y de éxito.”



Por su parte Elvira Ortiz nos explica: “Toda mi vida se compendia en la ilusión del cine; satisface por completo mis aspiraciones y ojalá pudiera contribuir, en la medida de mis esfuerzos, al desarrollo de este arte, todavía incipiente entre nosotros. Por propia experiencia, sé de arduos problemas que entraña el cine, las dificultades que existen en la interpretación, que desde luego son superiores a las del teatro (…) Todavía más: el cine apartándose de la teatralidad y haciéndose cada vez más real, más verídico, se acerca al concepto purista del arte.”
“Cuando se resuelva el problema de la voz y deje se ser el cine una adorable pantomima, el teatro se hundir para siempre.“
Qué ingenuo nos parece el nacimiento del cine en nuestro país. Qué amanerado y falso suena oír la voz de estas actrices que hablan con un lenguaje prestado y elaborado por los periodistas, en su afán de que el público lector crea estar oyendo a la Pola Negri local.

Sin embargo, son los veinte, es la falda que sube y las niñas que cortan sus trenzas para hacerse pelonas. Es el jazz y el charleston como hielo frappé sobre las costumbres tradicionales…es…en fin, un querer salir del rastacuerismo, envolviéndonos en la musselina de lo moderno. Ya Manuel Maples Arce anunciará su matrimonio estridentista con su encantadora novia la Srita. Flo 826 CHUT, belleza estridentista. “Serán padrinos, por parte del novio, el Sr. Arqueles Vela y la conocida artista de Varietés Celia Montalván; como la novia es de padres desconocidos aún no se encuentra a quien se atreva a apadrinarla. Oficiará de pontifical el Ilustrísimo Abate Diego Rivera y amenizará el acto una conocida orquesta de jazz Band.”5
A su vez, Arqueles Vela escribirá en El Universal Ilustrado sobre el charleston, mientras las tiples guapas de nuestro teatro de revista, se agotan en el intento de emular los movimientos de flan de Lupe Vélez cuando canta aquello que dice: Soy de las esclavas del harem de Barba Azul…
Y EN EL GENESIS BRILLO UNA ESTRELLA



Sin embargo, a pesar de la Derba, la Montalván, la Conesa, la Sánchez Valenzuela, la Uthoff, Esperanza Iris, Dolores del Río la mexicana triunfadora en Hollywood, o las italianas Bertini y Menichelli, la verdadera gran estrella del cine mudo mexicano es sin lugar a dudas y sin necesidad de encuestas – si no lo cree, le invito a comprobarlo -, porque su vanidad y deseo de perdurar lo arrastraron en la vorágine de las cámaras: el General Porfirio Díaz. Alrededor de su imagen y a manera de colofón, cual querubina lasciva canta Celia Montalván:
-Soy capitán primero
y el más valiente del batallón
pero cuando enamoro
soy general y de división.
Todas las tiples guapas
a m¡ me llaman
mi querido capitán
desde María Conesa, la Rivas Cacho y la Montalván.