Opiniones

AMLO y Nayib Bukele, simetrías y contrastes

Para 2024, tanto en México como en El Salvador, habrá elecciones a todos los órganos de representación gubernamental. En la política de ambos países hay contrastes y similitudes. De lo primero, quizá lo más relevante, sea la edad de los gobernantes, pues el presidente de nuestro país es septuagenario, mientras el centroamericano Nayib Bukele apenas tiene cuarenta años. Sus discursos, pugnas con los medios de comunicación y con ciertos sectores del poder económico, también los hace semejantes. Pero, donde nos encontramos el mayor acercamiento entre ambos, es en lo social, debido a que los dos trabajan por las mayorías ciudadanas y se comportan sin contribuir a la corrupción, como lo hicieron los políticos emanados de los partidos tradicionales.

Ambos tienen un gran prestigio internacional y se les reconocen sus logros en lo económico, lo social y el respeto al hacer político.

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El nombre de Nayib Bukele ha tenido repercusión mundial a partir de que inició el plan control territorial, cuyo objetivo es combatir de manera  frontal a los Maras Salvatrucha, que ensangrentaron  a ese país  de manera tan feroz, que era imposible visitarlo sin riesgo de ser afectado por esos delincuentes, que hoy, 68 mil de ellos,  se encuentran en una cárcel de máxima seguridad, donde no tienen un solo privilegio y hasta tienen que pagar por sus dos alimentos diarios.

Nuestro presidente se ha prestigiado por su lucha contra la corrupción, el dispendio oficial y por la mesura en su propio ingreso salarial. Amén de toda su política de beneficio a los ciudadanos de la tercera edad, a quienes nunca se les había otorgado la pensión universal.

Ante las próximas elecciones, el conservadurismo y la prensa de cada país, ha implementado una estrategia desestabilizadora muy semejante en argumentos, tiempos de los verbos gramaticales y descripción de una realidad inexistente. Exigen al Estado “parar la persecución de la prensa”, esto, cuando toda ella es libre, tanto que, puede decir que la persiguen.  También aseguran que el “país se cae a pedazos”, “la canasta básica ha subido tanto que ya a los pobres, no les alcanza para comer bien”. Si se dan cuenta, las palabras son las mismas, e igual que el contenido de ellas.  “Queremos construir el país que queremos”, dicen, sin detenerse a pensar, si eso que ellos quieren, es lo mismo que queremos millones de ciudadanos. Esa propuesta  es un verdadero argumento dictatorial y para ellos, son tersas sentencias orales.

En El Salvador, quieren evitar la reelección de Bukele y en México quieren evitar que la 4-T continué como forma de gobierno. Para evitar eso, en ambos países, los partidos se han coaligado. En uno, la coalición está conformada por FMLN, Arena y algún otro, menos famoso, y en nuestra patria, la coalición Vamos x México la integran el  minúsculo PAN, el moribundo PRI, el pedacito de dirigentes que quedan del PRD, y ahora, MC.

¿Para qué quiere la oposición  regresar al poder? En primer lugar para echar para abajo todas las medidas de beneficio social obradoristas; luego, para hacerse del dinero del pueblo y repartirlo entre ellos, como siempre lo hicieron y por último, para satisfacer esa vanidad plasmada en cuerpos de seguridad, servicio hasta para limpiar los zapatos, viajes con séquitos enormes, celebraciones con grandes viandas y bebidas, y recibir el halago de la prensa, amiga de ellos mismos.

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