
“En el amor no hay temor”
(1ª. de San Juan 4:18).
¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
¡Muy buenas noches, Padre Bendito!
Ya estamos presentes Tus amigos que vienen a que Tú les infundas valor para vencer al demonio que se llama: “QUÉ DIRÁN”, que tanto daño nos causa. Ese demonio infernal hace que de pronto aparezca en nosotros ese complejo de inferioridad que devalúa nuestra persona y nos impide realizar todo lo grande, lo sublime y lo que realmente nos hace trascender a la misma historia.
Es nuestro deseo desechar el demonio que nos hace sentir y sufrir problemas totalmente ajenos a nosotros y hace que suframos de manera innecesaria minando nuestra salud, nuestra paz, nuestro talento, nuestro bienestar y hasta arruinar nuestro patrimonio familiar. Este demonio se llama: “PENAS AJENAS”.
También queremos arrojar de nosotros a otro demonio mucho muy pernicioso que de inmediato, ante las grandes decisiones de la vida nos infunde un temblor y temor que nos hace dudar y desaprovechar mil oportunidades que Tu, oh Padre Amado, nos ofreces.
Ese demonio es EL FALSO TEMOR, enemigo acérrimo de nuestra prosperidad, de nuestras bendiciones y de nuestros dones de lo alto. Ese temor nos paraliza, nos ata y hasta nos inmoviliza.
El otro gran demonio a vencer se llama: “Estancarse en el ayer”. Ese pasado, ese tiempo que ya no existe, pero que nos roba tiempo, nos mina energías, nos hace vivir fantasías del ayer que ya nada nos dicen hoy y en nada nos benefician, en el Nombre de Tu Hijo Amado ¡lo arrojamos lejos de nosotros! Amén.
Padre Bendito: Sabemos que Tú y Tu Espíritu Santo en el Nombre de Cristo, lograremos desterrar esos demonios tan devastadores para que el tiempo que Tú nos concedes sea un recurso maravilloso, bien aprovechado, de toma de excelentes decisiones, de grandes hazañas, digno de Tu benevolencia y del agrado de Tu Majestad.
¡Muchas gracias, Padre Bendito! Ya partimos a nuestras actividades en la conciencia de que ya hemos enviado a la lejanía a esos malvados demonios del QUÉ DIRÁN, DE LAS PENAS AJENAS, DEL FALSO TEMOR Y DEL ANDAR ANCLADO EN EL AYER. Ahora es el Espíritu Santo quien nos ilumina, nos da sabiduría, nos fortalece y nos hace hacer de nuestro presente UN VERDADERO DON DE ALTURA Y DE GRANDES DIMENSIONES.
¡Gracias por este tiempo de sabiduría que nos ahorrará muchos dolores innecesarios! Ahora estamos seguros de que, “… el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”. (1ª. de San Juan 4:18).