
El tema sobre los dinosaurios y el meteorito en Chicxulub no puede ser ajeno para nuestra sociedad yucateca. Estamos inmersos en el espacio geográfico de la caída del meteorito que hace 65 millones de años extinguió casi la totalidad de las especies que habitaban el planeta. Fue un hecho trascendental para la evolución que todavía continúa investigándose.
Científicos han confirmado descubrimientos relevantes hallados en restos de meteoritos que han impactado contra la tierra, y que tienen que ver con la presencia de elementos químicos que conforman la base del ADN existente “en el código genético de cualquier tipo de vida en la Tierra”. Es decir, la vida pudo originarse a través de los elementos que transportan estos meteoritos. Es sorprendente suponer que la vida actual y pasada, así como la fisonomía terrestre, dependan de cientos de impactos celestes, como el de Chicxulub.
Llegamos al Parque de la Paz poco después de las diez de la mañana. Annie ha estado interesada en las últimas semanas en los dinosaurios, sobre todo en su extinción. Por eso asistimos a la Expo Dinosaurio que el gobierno estatal realiza de manera gratuita frente a la ex penitenciaría Juárez, en una gran carpa que ocupa toda la explanada.
Antes de ingresar, los organizadores de la expo forman grupos de aproximadamente 60 o 70 personas que se mantienen en una espera aproximada de 30 minutos bajo un toldo y sillas que relajan la espera. Hay baños portátiles aledaños, y según la hora de visita, una brisa agradable. La expectativa en los pequeños es evidente, algunos están vestidos de exploradores, o portando trajes o mochilas alusivas a los dinosaurios.
A la indicación de uno de los organizadores, el primer grupo se levanta e ingresa a la gran carpa, para volver a sentarnos, pero ahora en una nueva sala de espera frente a una pantalla de gran tamaño. Mientras un video expone los motivos de la Expo Dinosaurio, y el gobernador explica que es un evento de calidad al alcance de los yucatecos, y que pronto también estará disponible en otras ciudades de la entidad, un enjambre de vendedores, comienzan a recorrer fila a fila la sala ofreciendo infinidad de productos, desde comestibles, pasando por suvenires y “servicios especiales” del recorrido, pero con costo.

No basta con decirle amablemente a los vendedores “no gracias”, porque volverán a pasar unas cinco veces más, a sabiendas de que la sobre exposición de los productos aleccionarán a los pequeños quienes pedirán ya sea una golosina, una gorra con cabeza de dinosaurio, o algo más sofisticado como un juguete con luces intermitentes y gruñidos. Se comprende que las actividades tengan que recurrir a un esquema que permita generar ingresos y sostener el proyecto. Pero ¿que el inicio de una Expo de dinosaurios sea una saturación de ventas de productos? Quizá habría que replantearse los objetivos y el esquema del recorrido.
Por demás, esos 15 minutos entre pregones de los vendedores, resulta algo escabrosa y cansada. Una vez pasado ese trago amargo, una guía, con su alta voz en la mano, comienza a dirigir al grupo por las diversas salas temáticas que muestran el desarrollo de la paleontología, réplicas de fósiles, las diversas faunas de dinosaurios, ya sea herbívoros o carnívoros, pero todos de gran tamaño y que mueven extremidades superiores e inferiores, abren y cierran ojos, hocicos y gruñen, sorprendiendo a los asistentes, principalmente a los niños.
Cada sala está ambientada según lo presentado, con el espacio preciso para el grupo de personas. Sin embargo, la ausencia de ventiladores y ventanas, hacen difícil la travesía, principalmente para los adultos mayores y menores de edad, que tienen que lidiar con el calor de toda una estructura hecha de lonas.
Hacia el final del recorrido, el punto final es ingresar (opcionalmente) a una pequeña sala de cine habilitada, donde se proyecta un clip muy corto y que prácticamente no puede observarse debido a la intensidad de la luz solar y a los pocos lúmenes del proyector. Muchos de los interesados deciden abandonar esa pequeña sala para concluir el recorrido. En un anexo antes de la salida, quienes pagaron el “recorrido especial”, podrán entrar a talleres con réplicas de fósiles, jugar en un arenero, subir a algún dinosaurio con ruedas, o mirar, a través de realidad virtual, cómo era el pasado jurásico. Desde luego, más tienda de suvenires y ventas de productos acompañan la salida. Poco después del mediodía, salimos extenuados, sudorosos y algo desconcertados de aquella gran carpa.

Si bien observar los dinosaurios robóticos y la recreación de sus entornos es información de interés, más pareciera que el objetivo de todo este gran montaje es la venta de productos que nada tiene que ver con lo educativo o cultural. Ciertamente el recorrido es gratuito, pero el bombardeo indiscriminado del inicio y el final, desvirtúan cualquier beneficio cultural o de sano entretenimiento.
Niñas y niños visitantes, entran y salen con las manos vacías, a excepción de aquellos cuyos padres pudieron pagar algún suvenir. Pero material informativo, algún tríptico, volante o algo digital en QR que remita a extender la información sobre los dinosaurios, nada de eso existe en una expo orientada a vender y vender, en medio de la “gratuidad”.
¿Por qué exponer a los niños y niñas a una experiencia abrumadora de ventas y consumismo? ¿Por qué darle más prioridad precisamente a temas comerciales, antes que a la información cultural o ludo científica de los dinosaurios y su entorno? ¿Un evento de calidad quiere decir un montaje de simulaciones y apariencias?
Annie, aunque agotada por el calor, pero salió contenta y con la sugerencia de ir por un helado. En el recorrido pudo observar a un pterodáctilo que de manera automática se convirtió en su animal jurásico favorito. “Creo que quiero un peluche, papá”, me decía convencida durante el recorrido desde que una vendedora se lo ofreció al inicio. Hubo que explicarle de manera constante (y junto con su mamá lo seguiremos haciendo) que nuestro objetivo fue ir a conocer los dinosaurios, no a comprar juguetes. De regreso a casa, platicando de dinosaurios y sobre la caída del meteorito en Chicxulub, me hizo pensar que, al final, lo había entendido.