
Para Gloria Roche Hoyos, el haber estudiado en el Rogers Hall fue una experiencia maravillosa e inolvidable, llena de gratos momentos, grandes amistades y aprendizajes. En amena charla con EstamosAqui.MX, Gloria nos narra su historia:
“En mi vida, el Rogers un faro es, y cada inicio de septiembre llega a mí un fugaz recuerdo; un zoológico, no, un zoológico no, un safari. Cientos de niños corriendo, con un animal asignado, buscándolo en todas y cada una de las puertas de los pasillos.”
“Ahí estoy yo, con un león, ¿o era un elefante?, en la pechera de ese uniforme azul con líneas blancas. Alzo la mirada y veo una enorme sonrisa, era mi maestra Cristina, también está Isabel, al fondo del pasillo, María Rita; en la puertita sin ventana, Don Flore; todos ellos dándonos la bienvenida con los brazos abiertos y escuchando pacientemente cómo presumíamos las maravillas que teníamos dentro de los sabucanes”.
“Sigo caminando, veo caras conocidas, las dos Ana, los dos Eduardo, los dos Carlos, las ‘Paus’, conmigo se completaban los dos ‘Rochitos’. Todos infantes que en ese momento solo queríamos ir a la placita y subirnos al árbol, amigos que son parte de mí y que juntos caminaríamos hasta aquel septiembre del 2007”.
“Yo, a tan temprana edad jamás imaginaría que me quedaba una vida en compañía de todos y cada uno de ellos, prometiéndonos por siempre nuestra fidelidad, y durante el recreo, dándonos nuestra lealtad, entre juegos y risas”.
“Denme la oportunidad de llevarlos por este recorrido hasta mis 18 años, mi vida en el Rogers, que les prometo que no les fallaré, ya que con orgullo llevo su nombre.”
“Otro septiembre, esta vez del ’95. Me encuentro nerviosa, no hay animales, ni sabucanes, cargo una mochila más grande que yo, llena de libros. Nerviosa, lo repito, porque ¡Oh! Rogers Hall, sabía lo que me esperaba: las fichas”.
“Pasan los días, los meses, los años, me doy cuenta de que no solo hay fichas, también hay concursos de declamación, Spelling, oratoria y mi siempre favorito, el de las obras de Hanal Pixán; hacer una piñata, innumerables viajes en la papaya, competencias por el Día del Niño, un sinfín de disfraces, para todos los bailables; un año era Selena, otro, una rusa; al siguiente, bailaba folklore mexicano. ¡Cuántos recuerdos!”.
“Jamás voy a olvidar mi primer viaje sola, estaba en primero de primaria, había una excursión a Cancún, un torneo de vóley, mis papás me dejaron a cargo de la que en ese momento no sabía que sería mi ‘mamá del vóley’, Pilar Sosa, deporte que hasta hoy juego”.
“Tantos nombres y caras llegan de golpe a mí”.
“Son las 10:30 de la mañana, suena el timbre corro hacia la dirección principal, ahí cerca hay una escalera que me lleva a uno de mis lugares favoritos, me recibe Ana María, sonriente, ¿adivinaron dónde estoy? Sí, en la biblioteca”.
“Otro día, esta vez no recuerdo la hora, pero estoy escondida entre los lockers de “la otra primaria”, quiero escaparme de la clase de costura, correr al fondo de la escuela, ahí veo a Tico, me deja jugar un rato fútbol, para después enviarme de regreso al salón que está dentro de la cafetería de la primaria”.
“Ahí me recibe una hermosa sonrisa, me decía que era momento de bordar. Doña Pili sabía que no me gustaba costurar, que lo mío eran los deportes y con toda la paciencia me ayudaba, me explicaba”.
“Agradezco tanto al Rogers a no obligarme a ser alguien que no soy, pero también a dejarme en claro que no siempre podía hacer mi voluntad, y que siempre debía conservar en mí por lema la verdad”.
“Pero no todo era miel sobre hojuelas, esta vez es principio de mayo, soy la única niña en el salón, rodeada de todos los niños”.

“¿Pero dónde quedaron las niñas? Ellas están en el gimnasio, porque unos meses atrás, mi tía Vero nos hizo cantar un pedacito del himno nacional, todas resultaron seleccionadas para el coro, todas menos yo. Pero cómo puedo culparla, si, como dije, lo mío eran los deportes”.
“Demos un brinco, esta vez a junio del 2001, estoy contenta, muy emocionada, veo a mis amigos junto a mí, los que estaban en ese safari, sobra decir que también hay amigos nuevos”.
“Todos estamos enfilados, estamos en una ceremonia, veo a mis maestras, las que me han acompañado estos 6 años, ahí está Tere, Nelly, veo a Ruth, Alicia, Leonor, Laurita, Thelma, Pilar, cuántas amigas que tanto me ayudaron en este viaje del conocimiento”.
“Dicen mi nombre, volteo, ahí está mi tía Margarita, como un común denominador en las profes de esta escuela, con una gran sonrisa; me vuelve a llamar, me dice que pase al frente, yo estaba súper emocionada, del 6A, a mí me iban a cortar los tirantes, simbolizando el fin de la infancia; de la escuela primaria”.
“La secundaria pasa volando, viajes en Semana Santa por la ruta de la Independencia y Los Cabos, un premio a la Zona Libre a los mejores promedios. Armando, contento porque ganó el America Nury, demostrando que las ciencias exactas y las artes pueden ser grandes amigas; Fernando y Olga caminando por los pasillos, saludando, siempre pendientes del largo del cabello y las camisas fajadas; Bárbara organizando los villancicos de Navidad y las obras de teatro, el teacher intentando que me aprenda esa lista interminable de verbos irregulares en inglés”.
“Cuantos desvelos, proyectos, trabajos en equipo, peleas entre amigos y reconciliaciones, primeros amores, primeros desamores, claveles, viajes, eventos deportivos”.
“Como dije, esos 36 meses pasaron volando, ya estoy en la Prepa, la recta final”.
“Aquí tuve la oportunidad de viajar al pasado, como José Díaz Bolio, en los tan famosos juicios históricos, pero no solo José Luis me hizo viajar en el tiempo, también mi tía Teté, que, con su don de la palabra, hizo que me enamorara de la mitología griega”.
“Jackie, te recuerdo con tanto cariño, a pesar de tu materia: Etimologías, eso sí, hasta el día de hoy presumo a todo el que quiera escucharme, las 5 formas de conjugar el verbo Facere en latín”.
“Tía Marta enseñándome inglés, reforzando la lista interminable de verbos irregulares. Gracias a tus enseñanzas puedo viajar a donde yo quiera en el mundo y darme a entender”.
“Y, como es costumbre en las directoras de cada escuela del Rogers, Lilia, una guía en el camino, sabía quienes éramos, de nombre y apellido, conociendo nuestras debilidades y fortalezas”.
“Gracias, Maru; gracias, Conchita; gracias, Olga; gracias, Lilia; gracias, Lorena; gracias por demostrarme que las mujeres podemos, gracias por haber elegido a excelentes guías que me acompañaron por todo este recorrido. Siempre recuerdo su ejemplo fiel, su cariño a mí”.
“Hoy, marzo de 2023, después de haber estudiado Comercio Internacional en La UADY, puedo decir con orgullo que viví en China, en Filipinas; desde el 2015 en Panamá, trabajando en el integrador logístico más importante del mundo: Maersk”.
“Jamás hubiera logrado tanto si no fuera por el mejor regalo que mis papás, Norma y Raúl, pudieron darles a sus cinco hijos: el Colegio Peninsular Rogers Hall“.
