Bienestar Espiritual

Oración

Salmo 2

¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

Padre Maravilloso que vives en el día sin final, ¡Bendito seas!

Hoy, mis hermanos y yo dejamos de dormir para estar un minuto en Tu compañía. Inspirados por el Espíritu Santo nos preguntamos para comprender EL POR QUÉ de tanta rebeldía de nuestra carne contra el espíritu, ya que debido a eso, las naciones enteras se sublevan y conspiran contra Ti y Tus mandatos. Los mismos gobernantes se confabulan contra las leyes y el orden que Tú estableciste para favorecer EL LIBERTINAJE Y LA DEPRAVACIÓN. Quieren desconocerte y optan por vivir la ley de la selva. ¡No quieren estar bajo Tus Sagrados mandamientos! Por supuesto que todo cuanto ellos hagan será en vano.

Tú, Padre Santísimo les haces saber que has establecido a Cristo como Rey en Tu Monte Santo de Sión. Has proclamado que Él es Tu Ungido y que Tú lo engendraste hoy y le darás por herencia a todas las naciones; de Él serán todos los confines de la tierra y gobernará con puño de hierro y hará pedazos a los rebeldes. Por supuesto, esto será cuando VENGA A INSTAURAR EL REINO DE DIOS.

Nosotros, que con la ayuda de la gracia vamos haciendo Tu voluntad, nos esforzamos para someter nuestra carne al dominio del espíritu, porque anhelamos estar en paz, en salud y en armonía para poder heredar la misma promesa de Tu Hijo amado. También queremos ser Tus servidores en esta vida, pero queremos crecer en grande para poder hacer el bien a nuestros prójimos. Tu Espíritu Santo nos impulsa a pedirte en grande para hacer de Tu divina imagen ALGO MARAVILLOSO Y FUERA DE SERIE. ¡NO DESEAMOS ESTAR EN LA MEDIOCRIDAD! ¡DANOS POR HERENCIA LAS NACIONES, PORQUE SOLO ASÍ SEREMOS DIGNOS DE HONRAR TU DIVINA SEMEJANZA! ¡NO TE PEDIMOS ALGO, PORQUE HEMOS NACIDO PARA LA GRANDEZA Y PARA EL ESPLENDOR PARA HONRARTE A LO GRANDE!

Doblegando nuestra arrogancia, implementamos el ser sencillos, humildes y obedientes ante Ti, oh Padre Santo, porque en verdad es nuestro deseo de ser gigantes ante Tu presencia, no para humillar a nuestros prójimos, sino para honrarlos, para bendecirlos, para salvarlos de tanta desgracia debida a tanto desorden.

¡Somos Tus hijos, estamos ungidos, vivimos en Tu presencia, amamos Tus mandamientos, hacemos Tu voluntad, porque amándote viviremos en la tierra con toda honestidad, para llegar a vivir en Tu Reino por toda la eternidad!
Padre Santísimo: ¡Bendito seas!

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