
Crecí escuchando que a una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa. Fui crecido por una anciana, mi abuela Juana; educado por hermosa señora, mi madre, Elma Haydée, y orientado, en la ciudad de México, durante la juventud, por una tía que radicaba en esa ciudad. Después, considero tener un pensamiento básicamente femenino, puedo ver las cosas a través de ellas y resolverlas, con seguridad, siguiendo sus preceptos. Tuve cinco hermanas, hoy quedan dos. Ninguna mujer en casa, ni antes ni ahora, habló de feminismo, esclavitud, sojuzgamiento al hombre, falta de oportunidades profesionales o laborales, porque una de ellas estudió abogacía, otra magisterio, otra trabajó desde joven en la famosa Casa Rukos (calle 63 x 58), otra falleció sin tener oportunidad de ejercer nada, y la más pequeña decidió casarse hace más de 50 años, llevando, hasta hoy, una vida feliz al lado de su marido. Cada una de ellas fue trabajadora y condujo la vida de sus familias, desde el punto de vista del matriarcado, sin causarle esto conflictos a sus esposos, o extrañeza a alguien de su entorno. La vida estaba clara. Los roles, las metas, los hijos, la educación de ellos, todo sucedió sin hablar de liberación femenina ni cosas relacionadas con ello.
Yo nunca conocí el machismo. ¿Cómo? Si las mandamases eran las mujeres.
De todas mis amigas -que son muchas-, nunca he escuchado hablar de esos conflictos de sojuzgamiento u opresión del sexo masculino sobre sus opuestas.
El feminismo, me queda claro que en la actualidad, es un arma para que ciertos grupos de mujeres se sientan algo, que vaya usted a saber por qué, no pudieron ser.
Observemos que en la alta burguesía mundial, en las casas reales europeas; que entre las cultísimas sociedades históricas han habido mujeres que sin conflictos fueron poderosas gobernantes. (Inglaterra, Rusia, Francia, Italia, Egipto, etc).
Parece que el feminismo sucede entre un sector de mujeres clasemedieras. Y las de más arriba, que son adineradas o “politizadas”, que las apoyan, lo hacen más por retórica que por otra realidad.
No me voy a tomar en esto el feminicidio, que para mí, en él, tiene mucho que ver la falta de una sólida educación familiar. Mi mamá nos decía, “la calle solo ofrece peligros y yo tengo que apretar la soga a todos, para que nadie se me pierda y a ninguno le pase nada”. Así fue. Creció nueve hijos sin tener ni solo extraviado. Y nosotros, agradecidos con la educación que recibimos de ella, con prohibiciones, señalamientos de esto o aquello y haciendo lo que ella quería de nosotros.
El feminismo, tal como lo manejan un grupo de mujeres, parece una belicosa asociación para conseguir distintos tipos de objetivos.
Y creo que a los hombres les falta hacer un profundo estudio de esta situación que ellos mismos crearon al proponer la igualdad en todo sentido, siendo tan distintos los géneros, en todos sentidos.