Ya sabemos que nuestro Palacio del Ejecutivo sólo consistía de un piso y varios patios en los tiempos coloniales, y no es hasta el 16 de septiembre de 1892 cuando se inaugura el segundo piso que hoy ostenta los luminosos murales de Fernando Castro Pacheco.
En aquella época (antes de construir el 2do. piso) el hoy Salón de la Historia no era más que un amplio corredor sin ningún atractivo y posiblemente instalarían algunas oficinas para no desperdiciar el espacio.
Pero entonces, en 1896, amigos, colaboradores y los lambiscones de siempre quisieron halagar al gobernador Carlos Peón Machado por su cumpleaños y lanzaron la casa por la ventana, como decimos vulgarmente, disponiendo un bien organizado banquete al que sólo podrían asistir invitados especiales. Afuera, en la calle 61, el pueblo, el verdadero pueblo, permanecía soportando los quemantes rayos del sol mientras el gobernador y sus convidados se llenaban las panzas con guisos de todo tipo.
Diez años más tarde, en 1906, hallándose el presidente Porfirio Díaz de gira en nuestro estado, el gobernador en turno Olegario Molina recordó que una buena manera de ganarse la mejor voluntad de los gobernantes es ofrecerles un banquete; dispuso que se organizara uno de 200 cubiertos de plata con guisos de la cocina yucateca que no sabemos si satisficieron el leonino apetito del ya viejo dictador. Además, no era el único convidado sino que llegó acompañado de su gabinete y otros cuates
Que sólo por ser sus amigos tenían derecho a embutirse la panza con aquellos suculentos guisados. ¡Ah! Y olvidábamos mencionar a la Sra. Esposa de don Porfirio que acudió también con sus amigas; y de nuestro Estado hicieron acto de presencia “la crema y nata de la sociedad”, como lo publicaron los periódicos matutinos. Hasta una placa fue colocada por todos estos motivos, placa que arrancó de cuajo el Gral. Alvarado cuando ocupó la gubernatura.
