CulturaOpiniones

Los adioses a Juan Carlos Lomónaco

Inmediatamente después de publicado mi texto, titulado “¿Ya te fuiste Juan Carlos Lomónaco? Gracias por nada”,  el licenciado Jorge Álvarez Rendón publicó otro dándole las gracias al extitular de la Sinfónica de Yucatán por sus aportaciones a la cultura de Yucatán. En la sabia decisión tomada por la Secretaria de Cultura, Loreto Noemí Villanueva, de apartar de ese cargo al mencionado músico han tomado voz y parte hasta un yucateco afincado en Querétaro, quien vio en Huapango, la Noche de los Mayas y Metro Chabacano, lo suficiente para justificar la existencia de la música sinfónica de nuestro país en el repertorio de la OSY. Hay que ser claros. A Juan Carlos Lomónaco no le interesó nunca, pero nunca-nunca, ni lo yucateco, ni lo mexicano. Entonces, ¿por qué estuvo tanto tiempo en nuestra tierra? Lo inmediato que surge de la lógica es pensar que no tenía otro lugar a donde estar. Si hubiera tenido la posibilidad de dirigir la de Minería, la Ofunam o cualquier agrupación musical del Distrito Federal, él nunca hubiera estado aquí.

También valdría la pena que nos hicieran saber sus atribuciones económicas al interior de la OSY. No creo, desde ningún punto de vista, en la insensibilidad de Vila y Loreto Villanueva.

Más bien pienso que, siendo el gobernador un empresario exitoso, conocedor del manejo de los activos de cualquier institución, le puso límite al presupuesto de la agrupación, no por capricho. Veamos. ¿Qué es un patronato? Como su nombre indica, el que patrocina o coadyuva al desenvolvimiento de algo benéfico para la sociedad. En el caso que abordamos, el patronato es únicamente receptor económico. ¿Rinde cuentas? Hasta donde conozco, no lo hace. Una orquesta, para su vida necesita músicos, y estos, un salario por el desempeño de su trabajo musical. El gobierno del estado cubre la nómina completa de estos atrilistas. O sea, la vida de la agrupación está asegurada. ¿Qué dineros exigía Lomónaco? (Esa exigencia la hizo publica en redes sociales). Lo desconozco. Pero me resultaba extraño, porque el ingreso de taquillo, de aproximadamente 1,200 personas por las audiciones de viernes y domingo, que se repetían cuatro veces en un mes, nos arrojan un ingreso de 960,000 pesos, en un mes. Ese dinero es extranómina. Aparte de ese ingreso musical, existe el otro que es el de las aportaciones del patronato, consistente en una cantidad que no puedo aproximar en este momento, por no tener el listado de benefactores. El gobernador tiene que haberse dado cuenta que la OSY es autosuficiente y que los millones extras solicitados por el extitular musical y los administradores no tenían razón de ser. La época de jauja de los administradores de la OSY fue durante el gobierno de Ivonne Ortega Pacheco.

Cuando tenía la responsabilidad de escribir acerca de la orquesta yucateca, señalé algunos de los aspectos hoy señalados como errores en la época lomonaquiana. Hoy, esos señalamientos se han multiplicado en diversas voces de nuestra sociedad.

Permanecer mucho tiempo en un mismo lugar, empantana, pudre, impide el crecimiento. El cambio es necesario, así lo establece la dialéctica y la vida en su conjunto. Yo mismo renuncié a mi trabajo como cronista de la OSY, porque ya no me motivaba, ni el repetitivo repertorio musical, ni la manera de conducir de Juan Carlos.

Ante tiempos nuevos, se me ha despertado la ilusión de sentarme nuevamente a escuchar a esa ejemplar agrupación musical que ya tiene mayoría de edad.

Reitero mis felicitaciones al gobernador Mauricio Vila Dosal y a la Secretaria de Cultura, Loreto Villanueva, quien desde su llegada a su cargo lo ha desempeñado de manera ejemplar. 

Deja un comentario

Botón volver arriba
error: Este contenido está protegido. Gracias.