
Ricardo Tovar Rivadeneyra, es un joven artista con una sensibilidad y talento excepcionales. Hemos tenido la oportunidad de seguir su carrera desde sus inicios, desde los tiempos de sus presentaciones en la casa paterna. Ahí, en ese ambiente familiar, nos dio a conocer lo que es el ELECTÓN, un instrumento musical, electrónico, que puede emular a cualquier instrumento solo, o erigirse en una orquesta sinfónica como si tal cosa. Desde luego que esto es posible en unas manos expertas y talentosas, cómo es el caso de Ricardo Tovar. Ricardo, cuenta con una sólida preparación musical adquirida en la ESAY, y también con una amplia cultura general; por si todo esto fuera poco, es un hombre con unas inquietudes avasalladoras, que lo llevan a emprender proyectos en favor de sus semejantes, en especial las clases más desprotegidas y marginadas de la sociedad, en especial los niños y jóvenes. Así, dejando la comodidad de su vida urbana, se lanza a municipios a trabajar fomentando la cultura, que es un bien superior para la sociedad.
A Ricardo, lo hemos escuchado ejecutar el Electón, lo hemos disfrutado como concertista de piano, lo hemos oído cantar en obras como “María la O”, de Ernesto Lecuona, en “Luisa Fernanda”, de Federico Moreno Torroba, y también hemos seguido sus pasos por comunidades marginadas, dónde trabaja con los niños y jóvenes y les da elementos culturales para que tengan una vida mejor. Su intensa e incansable labor, ha tenido el reconocimiento de la sociedad, es Premio Estatal de la Juventud, en materia de arte y cultura. Se le debiera reconocer también por su labor social. Como emprendedor, encabeza un importante proyecto que se llama: “Arte y Cultura en las Tierras del Mayab”, que tiene unos alcances inconmensurables en materia de acción social.

“Arte y Cultura en las Tierras del Mayab”, es un ambicioso proyecto impulsado por Ricardo y secundado por un grupo de jóvenes entre los cuales ha prendido la mecha, qué él mismo a contagiado con su entusiasmo. Está dirigido a las comunidades más vulnerables de nuestra sociedad, a las cuales Ricardo hace mirar, correctamente, como seres humanos a los cuales debemos hermanarnos. Ricardo, posee una profunda sensibilidad para el arte, y ésta se proyecta a la estructura de una sociedad llena de desigualdades. Esto, se le hace inaceptable, y dedica muchas horas a luchar porque esto cambie. Percibe la cultura como un vehículo que lleva hacia una vida mejor, en todos los órdenes, incluso los materiales. Entonces, toma su Electón de formato pequeño, el que alcanza en la cajuela de su coche, y lleva a esas comunidades marginales y vulnerables, la alegría de la música, aún de una orquesta sinfónica, y hiere la sensibilidad de esas gentes olvidadas de otros, y con las cuales comparte su arte con gran generosidad.
Ricardo nos comparte etapas de su vida. Nos relata que, en su infancia, el arte era totalmente ajeno a su vida. – Yo era un niño y un joven, dedicado al deporte. Ir a un concierto de música clásica, ¡Qué hueva! Es su madre, quien con toda paciencia lo acerca a las artes en general, lo hace con ingenio, lo anima a ver las clases de ballet de sus hermanas. – Me acerco al arte a los dieciséis años, y al empezar a estudiar piano, me dicen: Ya estas grande, no vas a poder. Cuando lo vemos sentarse al piano, o asentarse en el Electón, porque en el Electón no se sienta, se asienta, ya que requiere el uso de todo su cuerpo; al ejecutar estos instrumentos, Ricardo se transforma, vuelca el alma sobre ellos, y nos transmite una variada gama de sentimientos que nos hace vibrar en nuestros asientos. Nos explica que, el Electón no es un órgano, es un sintetizador muy avanzado; tiene dos teclados, uno superior y uno inferior, tiene además un teclado de pedales y otros dos pedales con palancas, que sirven para hacer efectos especiales.

Inicia el programa de su concierto con una pieza irlandesa, que nos transporta a los páramos de ese país, con un ambiente como si estuviéramos en un pub. En seguida nos lleva al romanticismo musical de Rusia, al interpretar la más emotiva y conocida parte del ballet El Lago de los Cisnes, de Piotr Ilich Tchaikovski; para esta parte se une a Ricardo, Ana Laura Aranda García, quien ejecuta con delicada técnica el pasaje de ballet. De inmediato, interpreta Puerta Hacia el Futuro, en el que nos proyecta toda una orquesta sinfónica, como una desbordante fuerza armónica; en ella hay una verdadera lluvia de percusiones, se deja sentir la fuerza del bombo y deja oír la voz de la quena, se unen los violines, se une el tutti sonoro y se oyen las gaitas, y vuelve la quena y remata el tutti. Viene entonces una obra emblemática, el Bolero, de Maurice Ravel. Por la interpretación desfila toda la gama de instrumentos, y rematan con fuerza trompetas y trombones.
Ahora, con la presteza del cinematógrafo, Ricardo nos trae el tema de La Guerra de las Galaxias, con una arrolladora fuerza de expresión. Viene entonces una emotiva pieza, se trata del tema de El Principito, que Ricardo interpreta con una rosa iluminada en una columna, junto a él. En seguida, tenemos una arrebatada joya del romanticismo tardío, se trata de una transcripción de la Variación No. 18 de Paganini, retomada por Serguei Rachmaninov, Rapsodia sobre un Tema d Paganini, se une al Electón la delicada danza de Ana Laura Aranda, con la que cierra programa. La Sala de Conciertos del Palacio de la Música, está totalmente repleta, y se viene una tremenda ovación de pie, con gritos de ¡Bravo!, por lo que es inevitable el ancore, y éste es un arreglo a un tema de ancore, y éste es un arreglo de Ricardo a un tema de Yoshihiro Ando, gran maestro universal del Electón.

Ricardo nos despide con un emotivo mensaje e invitando a todos a unirse a “Arte y Cultura en las Tierras del Mayab”.
Esperamos tener pronto la oportunidad de escuchar a este joven y gran artista yucateco, de tan gran talento.