Sin haber sido elegido por el pueblo, en ni uno solo de sus muchos años al frente del instituto que organiza las elecciones políticas nacionales, Lorenzo Córdova Vianello se proclama, se autodefine, se defiende hasta con puñetazos sobre una mesa, como un DEMOCRATA. ¡Vaya!, eso sí es una realidad extraordinaria en la práctica de las democracias históricas y mundiales. Pero, además de eso, “el demócrata del INE” ha permanecido impasible, orgulloso y autoritario durante décadas en su mismo puesto. Él, y Fidel Velázquez (+), el eterno dirigente de la CTM, tendrían sobre su testa la Corona Imperial de la Democracia a modo.
Bueno, pues, en las redes sociales ha comenzado a circular el rumor de que una enfermedad preocupante ha quebrantado la salud del Presidente Consejero del INE. Se dice que es el páncreas. No lo creo del todo. Lo que sí puedo asegurar es que el mencionado personaje tiene enferma la vanidad, el complejo de superioridad y seguridad que tenía de pasar a la historia como un funcionario electoral intachable e inmaculado. Quizá nunca sospechó que se conocieran socialmente todos los enormes beneficios económicos obtenidos a través de su INE, ese que ha defendido como un espacio extraterritorial en la geografía política mexicana.
Lencho Córdova, el Rey de la Burocracia Dorada, se ve mal. El color de su piel, sus cabellos, su mirada, así lo indican. Es sabido que la condición de esos órganos reflejan, de manera expedita, el estado de salud del cuerpo humano.
La enfermedad del Presidente Consejero es el dolor de haber sido expuesta su imagen como lo que es, la corrupción en plenitud, la voracidad económica justificada en haber prestado un buen servicio a los políticos mexicanos. Como producto de ese dolor, de ese descalabro a su “impoluto desempeño”, ha pasado a la agresión y la amenaza. Así se le vio en una última reunión que sostuvo en la UNAM. Cuando uno va a morir, se es capaz de todo, porque ya no se tiene nada que perder. Y el funeral de Lorenzo en el INE ya es cosa inaplazable.
Sentir afectada la vanidad, a veces es más nociva que los efectos de una enfermedad degenerativa.
Lencho l, el rey del INE, llegó a su cargo por el reparto de cuotas de poder de los partidos políticos. Y desde esa perspectiva, es imposible ser un DEMOCRATA, pero, él dice y repite una y mil veces, que eso es. En el absurdo de la política mexicana actual, ¿no sería un fascista demócrata?
