
¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
En esta fresca mañana, contemplando las estrellas desde el techo de mi casa, invito a mis amigos a que Te saludemos, oh Padre Bendito, se unan conmigo en esta oración que presagia y declara en el Nombre de Tu Amado Hijo: “¡Basta ya de cobardías! ¡Haremos con nuestras herramientas de trabajo UNA ESPADA PODEROSA Y NOS REVESTIREMOS DE VALENTÍA, PORQUE NO DAREMOS IMPORTANCIA A LAS DEBILIDADES! ¡PORQUE SOMOS PROFETAS, DECLARAMOS EN EL PODEROSÍSIMO NOMBRE DE CRISTO QUE HOY SE HIZO LA SALVACIÓN Y LA LIBERACIÓN, ¡PORQUE HOY ES EL DÍA QUE HIZO EL SEÑOR PARA ALEGRARNOS, REGOCIJARNOS EN ÉL!” (Salmo 118: 24).
Padre Santísimo: El vivir de victoria en victoria, solo se adquiere sin separarse de Tu diestra Poderosa, gozando de Tu amistad y haciendo de nuestra existencia toda una vivencia de ferviente oración. Cuando de momento nos distraemos, caemos en el desánimo y hasta en el pecado, pero sabemos que Tú tienes piedad del pecador y le dices al oído con paternal ternura: Hijo: ¡Ánimo! ¡Tus pecados te son perdonados! ¡Levántate! ¡Vive y no peques más! Al escuchar atentos estas palabras de vida, de inmediato creemos en el poder de Tu Palabra, nos postramos ante Ti, oh Padre Amado y Te agradecemos y hacemos nuestra esta Palabra de Vida: “¡No somos unos cobardes! Somos valientes, porque Cristo nos ha revestido de poder y el Espíritu Santo nos ha dado La Palabra de Vida y porque hoy es nuestra la victoria y se la brindamos a nuestro Padre, quien nos demuestra a diario Su Gran Poder.
Así es que revestidos del Poder de la Espada divina de la Palabra de Vida, nos levantamos de la Presencia divina muy fortalecidos y completamente decididos a luchar, a trabajar, a dar lo mejor de nosotros al Altísimo y haciendo de nuestra labor una obra de arte que nos satisfaga, que nos beneficie, que sea altamente apreciada y que nos paguen mucho por ella, porque lo merecemos.
Una vez más ratificamos y declaramos proféticamente: Este es el día que hizo el Señor; ¡nos gozaremos y alegraremos en El Señor todo este día, porque el Espíritu Santo nos confirma: «En el momento preciso, te oí. En el día de salvación te ayudé». Efectivamente, el «momento preciso» es ahora. Hoy es el día de salvación.” (2ª. Corintios 6: 2).
¡Gracias, Padre Santísimo por escucharnos y gracias damos al Espíritu Santo, ¡quien nos alienta y nos unge e impulsa a hacer de Tu Divina Palabra una lucha en la certeza de que iremos de victoria en victoria! Amén.