Bienestar Espiritual

Microhomilía

Estar sedientos es una experiencia angustiante; cuando la sed no se sacia, la desesperación aumenta y podemos buscar saciarnos con lo que sea.

No sólo sentimos sed de agua, podemos sentir sed de otras cosas: de compañía, de paz, de justicia, de verdad, de esperanza. También podemos tener apegos destructivos: al poder, al dinero, al reconocimiento, al control, a personas, y cuando no los tenemos experimentamos una “sed” que también nos lleva a querer saciarnos, sin lograrlo, con lo que sea.

¿Tienes sed? ¿De qué tienes sed? La Palabra hoy nos anuncia que el único capaz de saciarnos y liberarnos es Cristo, Él es el manantial que no se agota, es el manantial del agua viva que satisface y se convierte en manantial interior de vida eterna. ¿Dónde podemos beber de Él? Lo encontramos en la oración y el silencio, en la Palabra, y en el encuentro con los demás, especialmente en el servicio a los más necesitados. Nada nos saciará ni nos liberará sino Él, la esperanza que no defrauda.

Escuchémoslo decirnos en esta #Cuaresma: -Levanten los ojos y contemplen, beban de mi agua, nunca tendrán sed y serán manantial. ¿Quieres beber de Él? ¿A dónde y con quiénes te llama para encontrarlo

Rv. P. Hernán Quezada sJ

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