
Lo terrible de los días es que siempre regresan.
—
No olvidar nunca un oprobio y una afrenta. Tenerla de condecoración ante cualquier hombre.
—
Al final de todo nos daremos cuenta que el triunfo, el fracaso y la muerte, tienen la misma cara.
—

Lo que admiro en Buda es esa conciencia de estarse crucificando en la Nada, en el Nirvana. En cambio el Cristo crucificado y martirizado es más bien repugnante: es la nada de un cadáver insultado, ensangrentado y blasfemado: la peor calumnia. Quiso ser hijo de Dios y acabó siendo hijo de los hombres. Es decir, de nadie.
—
Visitar un sitio en el que todos se injurian. Después pasar a otro en el que todos son adulados. Regresar inmediatamente al primero.