
“¡Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa!” (San Marcos 2: 11).
¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Padre maravilloso: ¡Qué palabras tan llenas de poder fueron las que pronunció TU HIJO AMADO ante aquel paralítico! ¡Son las mismas que en estos momentos podemos escuchar quienes tenemos ALGO QUE ESTÉ PARALIZADO en nuestro diario vivir que nos impide GOZAR DE LA VIDA Y QUE NO NOS PERMITA APROVECHARNOS DE TU PRESENCIA DIVINA!
Estos espíritus malignos que nos bloquean tanto y nos hacen presa de algún estrangulamiento físico, material o espiritual, provocando que toda dádiva divina, todo bien terrenal, todo aquello que nos falta para un vivir excelente, esté alejado de nosotros.
Padre Santísimo: En este momento queremos hacernos eco de las PALABRAS
PODEROSÍSIMAS DE CRISTO, para gloria de Su Nombre, para gloria Tuya y por el poder del Espíritu Santo, arrojamos todo poder infernal que nos esté paralizando alguna área de nuestro cuerpo o de nuestra alma. En este momento, pronunciamos estas mismas palabras de gran poder, diciendo: ¡Espíritus malvados que están provocando parálisis en todas las áreas del cuerpo o de nuestra alma! ¡Salgan y abandonen esas partes, porque solo le pertenecen a CRISTO! ¡Ya nuestro Señor y Salvador ha pagado el precio con Su Sangre divina y por lo mismo, reclamamos su salida inmediata para que esas partes afectadas queden libres en este mismo instante! ¡Cristo les ordena que dejen en total libertad esas áreas de nuestros cuerpos y de nuestras almas!
Ahora, libre de toda parálisis, de todo impedimento, de toda atadura, vamos a ver que nuestra salud, nuestro gozo, nuestra esperanza, nuestro amor y nuestro actuar será totalmente extraordinario y eminentemente sobrenatural. Ahora la salud, la armonía y la paz harán benditas y prósperas todas nuestras acciones. Ahora se repite en nosotros las grandes bendiciones del ayer: “Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir.
El Señor derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. El Señor te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que el Señor tu Dios te da”. (Deuteronomio 28: 6-8).
¡Gracias, Padre Santísimo! ¡Gracias, Divino Salvador! ¡Gracias Espíritu Santo! Ahora, somos un templo liberado, limpio, vacío de toda acción maligna y por favor, Trinidad Santísima, ¡tomen nuestros cuerpos como morada divina!
¡Bendito, alabado, glorificado sea EL NOMBRE DEL SEÑOR! ¡Bendito sea el amor del Padre que nos ama y hace cosas grandes y maravillosas para glorificarle por días sin fin!
¡Bendito sea el Espíritu Santo, Bueno y Vivificador porque Su gracia divina nos llena, nos energiza y nos mueve a hacer de nuestro diario vivir, todo un milagro de dimensiones incalculables! Amén.